1. Heil mama (Cap. 4)


    Fecha: 23/08/2019, Categorías: Incesto Sexo en Grupo Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... supuesto que estaba guapa. Estaba preciosa, elegante y sexy. Un sueño hecho realidad para cualquier pichabrava que saliese esa noche en busca de maduritas incautas. Que mi tía Merche y sus amigas divorciadas fuesen con ella no mejoraba la situación, si acaso la empeoraba. No me gustaba nada todo aquello, pero no podía prohibirle a mi madre salir a tomar algo con su querida hermana. —Te has maquillado —dije, en un tono tan neutro como pude. —Solo... un poco, cariño. Tu tía se ha empeñado y... —dijo mamá, sin mirarme a los ojos. —Y no veas lo que me ha costado convencerla —exclamó mi tía —. De eso y de que se comprase un vestido que no la haga parecer una monja, ¡Ja ja! —¿A dónde vais? —pregunté, ignorando a Merche. —Al centro. —¿Al centro? ¿Pero a qué sitio? —insistí. —¡Hijo, qué pesado! —se quejó mi tía, como una adolescente malcriada. Le eché un vistazo rápido y vi que llevaba un cinturón muy grande y una falda muy pequeña. —Déjalo, mujer. Es normal que quiera saber dónde va a estar su madre —dijo mamá, en tono conciliador. —Pues va a estar conmigo. Tu tranquilo, Paquito, que te la voy a devolver de una pieza. Vamos para abajo, Puri, que Julia iba a venir a recogernos en su coche y ya debe estar al llegar. —Hasta luego, cariño. No volveremos muy tarde —dijo mi madre, despidiéndose de mí con una caricia en la cara. La puerta se cerró y me quedé solo en el vestíbulo, cabreado y confuso. ¿Qué coño se le había perdido a mi madre en el centro con las amigas de mi tía? Y lo ...
    ... guapa que se había puesto... Seguro que los tíos se le tirarían encima como buitres. Pero no tenía que preocuparme, me dije. Era una mujer decente y no se dejaría engatusar por ningún imbécil. Puede que su hermana la hubiese convencido para maquillarse y comprarse un vestido, pero no la arrastraría a su licencioso mundo de alegre divorciada. Respiré hondo, me calmé y salí a la calle, dispuesto a pasarlo en grande con mis amigos. La verdad es que, en principio, no fue una de nuestras mejores noches de viernes. Cuando estábamos a punto de darle una paliza a un moro, apareció un coche patrulla por una esquina y tuvimos que salir por patas. Después arrinconamos a dos maricones, pero empezaron a gritar como locas, alguien se asomó a una ventana y amenazó con llamar a la poli, así que nos largamos. Al rato vimos a una ecuatoriana que andaba sola por la calle, una indígena regordeta y jovencita con la que podríamos habernos divertido mucho. Debía volver de trabajar, porque llevaba pantalones de cocinera y zuecos. La obligamos a entrar en un portal, Chechu le tapó la boca con su manaza y comenzamos a manosearla. Se encendió la luz de la escalera y escuchamos voces, así que de nuevo pusimos botas en polvorosa. Al final desistimos de cazar algo esa noche. Compramos bebidas, hielo y vasos de plástico y nos apalancamos en la furgoneta. Román la había aparcado en el parque, pero no en el de las putas sino en otro más pequeño que había cerca de mi casa. La colocó debajo de un árbol, un sitio ...
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