La primera vez que fui violada
Fecha: 24/08/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Ana Del Veliz, Fuente: CuentoRelatos
... algo perverso en él. Probablemente el hecho de que tratara de ocultar sus miradas calientes hacia mí, me hacían verlo como un ser hipócrita, pero no era sólo eso, realmente había algo retorcido en él. Habían pasado dos semanas de que Andrés no me cogía, y no me daba una explicación razonable para que lo comprenda, por lo que decidí salir de cacería. Inventaba peleas, lo echaba de casa, me vestía lo más puta posible, y salía a los bares y pubs a buscar chongos. El encargado Jorge me vio desfilar por el hall del edificio durante varios días. Yo salía maquillada, con los pantalones más ajustados que tenía, las minifaldas más ceñidas, y las blusas escotadas, haciéndole saborear un poco de mi belleza inalcanzable. Me encantaba ver al viejo babear por mí. Tengo que reconocer, de que a pesar de que ya pasaba los cincuenta era bastante interesante, era canoso, y tenía un físico, que si bien no era la gran cosa, tenía buena forma. Además, en ese edificio los encargados no usaban ese horrible uniforme gris, sino que Jorge, tenía un traje que le quedaba perfecto, y lo hacía ver elegante. Él vivía en la planta baja, en un departamento que se le otorgaba junto con su sueldo. Cada vez que yo venía por la noche, daba la casualidad de que Jorge estaba en el hall, haciendo algo, o fingiendo hacer algo. Yo suponía que, llegada la noche, no despegaba la vista del monitor desde donde podía observar las cámaras del edificio, incluyendo las que daban a la calle. Entonces, cuando me veía venir, ...
... salía de su departamento, y comenzaba a fingir que estaba arreglando un ascensor o algo por el estilo, a pesar de ser de madrugada, sólo para poder verme. La idea me resultaba perturbadora, pero al mismo tiempo divertida. Así que para no perderme la cara de bobo que ponía cuando me veía, haciendo un esfuerzo sobre-humano por desviar la vista de mis piernas, comencé a llegar todas las noches a la misma hora, a las tres de la mañana. Una noche llegué con unos de mis levantes nocturnos: un flaco alto, que ni recuerdo como se llamaba, y que elegí únicamente con la esperanza de que el tamaño de su pija sea acorde al resto del cuerpo. La cara de Jorge se ensombreció de odio cuando me vio subir al ascensor con ese tipo que ya me metía mano por debajo de la pollera. Por suerte el flaco sí tenía su herramienta grande. Así que gocé como hace mucho no lo hacía, cuando me puse en cuatro para sentir esa verga enorme. En algún momento fantaseé con que Jorge me estuviera escuchando gemir detrás de la puerta, y esa fantasía, me ayudó a acabar en un orgasmo más potente del que jamás haya tenido. Una vez que el alto se fue, quedé casi inconsciente tirada en la cama, toda sudorosa, y llena de olor a semen. Me encantó dormir así de sucia. En esos días tuve muchas idas y vueltas con Andrés. Digamos que oficialmente seguía siendo mi novio. Cuando estábamos bien, me cogía con esa pasión que tanto le agradecía. Pero apenas pasaban dos días sin que me dé una buena culeada, inventaba una excusa para ...