La primera vez que fui violada
Fecha: 24/08/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Ana Del Veliz, Fuente: CuentoRelatos
... pelearnos, y me iba de cacería a buscar algún chongo. Hubo una semana en la que estaba particularmente caliente, y casi todos los días llevaba a mi casa a un tipo diferente. El lunes me acosté con un abogado que conocía de tribunales. El tipo iba de traje, y yo llevaba mi ropa de secretaria fatal: una camisa blanca discreta, una minifalda negra no tan discreta, con medias de red, y una tanga que pedía guerra a gritos. El abogado no cogía muy bien, pero lo compensaba con un buen sexo oral que me hizo acabar, mientras fantaseaba nuevamente con que Jorge, esté escuchando nuevamente mis gritos de hembra satisfecha detrás de la puerta. En retribución a ese orgasmo, me comí la verga del abogado hasta hacerlo acabar en mi carita. Me encanta sentir el semen impactar sobre mi cara, y sobre todo, ver la cara de los machos cuando observan mi rostro bañado con su leche. Es como si se creyeran los dueños del mundo cuando una mujer les da ese regalo. Me dan gracia los hombres. Son unos imbéciles. Podría tener a el que quisiera. El martes me acosté con un rockerito canchero, que me levanté en el bar de mala muerte donde tocaba, luego de una mirada insinuante, una sonrisa, y un cruce de piernas. Lo llevé a mi casa, al igual que hacía con casi todos, porque como me acostaba casi siempre con extraños, me sentía mas segura ahí, aunque sobre todo lo hacía para volver loco a Jorge, que cada vez que me miraba pasar con un macho diferente parecía enloquecer de celos. El rockerito canchero no lo ...
... era tanto en la cama, porque la tenía chiquita. Pero me apiadé de él y le permití circular por la colectora. O dicho para que todo el mundo entienda, le entregué el culo, cosa que hacía desde hace poco, encontrado un placer insólito e inesperado. El rockerito me cogió por el culo en todas las posiciones que conocía y se fue contento a su casa, casi corriendo, porque su mujer ya debería estar molesta porque tardaba tanto en llegar. A partir de ahí se generó cierta complicidad con Jorge, porque yo tuve que rogarle que sea discreto, y no le cuente nada a Andrés, ya que en teoría seguía siendo mi novio. “quédese tranquila que yo no abro la boca” me prometió, aparentemente feliz de haber logrado una especie de acercamiento conmigo. Si Jorge ya me consideraba una puta después de haberme visto con seis o siete hombres diferentes en muy poco tiempo, en los siguientes días ya no le habrán quedado palabras para describirme. El miércoles llegué a la misma hora de siempre, con un vestido negro corto, tacos altos, y mi pelo, por entonces rubio, recogido, lo que resaltaba las facciones de mi cara. El afortunado de esa ocasión era un pendejo chato, que no pasaría los veinte, pero más que lindo. Se parecía un poco a Andrés, un rubito de ojos claros que no tenía idea de nada en la puta vida, aunque más musculoso. A ese pibe le tuve que enseñar varias cosas. Me cogía muy fuerte de entrada, cuando todavía no estaba dilatada, y no sabía chupar la concha. Pero luego de un curso intensivo conmigo ya ...