Las guerreras mágicas caen en una trampa
Fecha: 16/11/2017,
Categorías:
No Consentido
Lesbianas
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... orilla, flexionó las piernas para dar el salto que la llevaría hasta el otro lado. Sus piernas se abrieron en el aire y observó la risa libidinosa de Camus al descubrir la bombacha azul de su enemiga. Incluso en esa situación enrojeció de ira y vergüenza. Pero entonces otra cosa llamó su atención: Melisa no había aterrizado, sino que había quedado suspendida en el aire justo frente al enemigo. El cuerpo de su amiga se movía torpemente, como queriendo sacarse de encima unos hilos invisibles que la sostenían. Una vez que Vanesa llegó a su destino comprendió la extraña situación en que se encontraba Melisa. Su cuerpo chocó contra un campo de poder invisible. No podía avanzar, pero tampoco retroceder, ni si quiera podía moverse. Su cuerpo ya no le respondía, y con mucho esfuerzo, apenas podía mover sus brazos y piernas unos milímetros. Habían caído en la trampa. Sabía que Camus era poderoso, pero no imaginaba que fuese capaz de lanzar un hechizo tan potente. Camus tenía a sus presas frente a él. Los muslos de las guerreras mágicas estaban a la altura de su cara, por lo que tenía una visión exquisita ante sí. Podría cortarles la cabeza cuando lo deseara, pero no había apuro, se haría un tiempo para divertirse con esas esclavas del imperio. Hace tiempo que no poseía mujeres tan hermosas: la morocha tenía los pechos más enormes que haya visto jamás, y la rubia poseía un rostro de belleza singular. Los ojos de esta última se clavaban en los suyos con ira asesina. — Jajajaja. — se ...
... rió en sus caras. — Perritas del imperio, cayeron en una trampa para principiantes, que decepción. — les dijo, y luego de pararse y acercárseles, comenzó a acariciar los muslos de ambas, simultáneamente. Vanesa estaba hirviendo de furia, pero nada podía hacer, ni con toda su fuerza podía librarse de ese hechizo. Sentía los dedos callosos recorrer su pierna y pasar por debajo de su maldita pollera escocesa. Melisa estaba a su lado, no podía verla con claridad, su campo visual apenas podía percibir la silueta de su amiga, pero se daba cuenta de que estaba en la misma situación que ella. Camus introdujo sus manos despacio, hasta llegar al sexo de sus enemigas. Acarició ambas vulvas al mismo tiempo, tanteando sus formas con los dedos, percibiendo los labios vaginales a través de la textura de la tela, frotando en el medio de ellos con el índice, ahí, donde pronto penetraría. Un hilo de baba sale de su boca y se pierde en la barba oscura. Les baja las bombachas hasta las rodillas. El campo de energía es como una extensión de su propio cuerpo, por lo que actúa de acuerdo a la voluntad del mago, así que con solo desearlo, esa fuerza invisible hace que ambas mujeres separen un poco más las piernas. Camus moja sus dedos con su propia saliva y los introduce en la vagina de las guerreras. Los mete por completo, sintiendo el calor de los orificios, que todavía estaban secos. Los introduce y los saca, viendo la cara de ira de la rubia, que retuerce su cara en un intento por insultarlo, y la ...