1. Mamá sabe lo que necesitas


    Fecha: 20/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Escriba, Fuente: CuentoRelatos

    ... el sueño y empieza la realidad. Ella deja escapar de entre sus labios una buena cantidad de saliva sobre su mano, que en la oscura noche al joven le parece como una telaraña tejida con mil hilos de plata. –Tranquilo, mi nene. Mamá sabe lo que hace –y acompaña esas palabras de un rápido movimiento con el que introduce su mano otra vez entre los bóxers de su hijo. Humedecida por la saliva, su mano se desliza con asombrosa facilidad sobre la ardiente virilidad del muchacho. Al mismo tiempo, sus brazos, agotados por un largo día en la tienda, parecen revitalizarse al contagiarse del calor que desprende aquel cuerpo. –Mamá… –empieza a protestar el muchacho, agitado por lo que sucede. –No pasa nada, nene –y con un efímero beso sobre los labios indica al muchacho que no es el momento de hablar. Los dedos, mimosos, volcados en dar mil cuidados, recorren la piel del muchacho de arriba a abajo, deleitándolo unas veces con suaves caricias, enloqueciéndolo en otras ocasiones con rabiosas sacudidas. Como un volcán que amenazara con incendiar el mundo, su cuerpo se estremece y su garganta deja escapar un rugir que presagia la erupción. Cuando la mano materna eleva el ritmo, el placer envuelve el cuerpo del muchacho; cuando la cadencia se vuelve pausada, su respiración se entrecorta a modo de súplica, anunciando que la explosión parece retrasarse. –¿Qué me haces, mamá? –logra decir finalmente, plenamente consciente de que no es un sueño lo que está llenándolo de gozo. –Te doy lo que ...
    ... necesitas –le informa ella– ¿Acaso no te gusta cómo mis manos te recorren? –Pero no… –intenta protestar. –¿Ya no es suave mi piel? –y acercando su cuello hacia el rostro del muchacho, le ofrece su aroma– ¿Ya no te gusta como huele tu madre? El muchacho acerca sus labios hacia el cuello de ella y los recorre suavemente. Ella se aparta, le mira con condescendencia y le termina apremiando: –¿Y bien? –Eres... suave… Tus manos son muy suaves –reconoce. –¿Y…? –se impacienta ella. –Y hueles muy bien. Ella acepta sus palabras y, a modo de recompensa, sus labios descienden y aterrizan sobre los de él. El contacto es suave, no hay presión, pero no pasa mucho hasta que la lengua del muchacho, rápida e indiscriminada, busca la de ella. Durante unos instantes que parecen una eternidad ambas órganos se rozan y comparten su humedad, aunque ella rápidamente la retira; el beso es agradable, pero amenaza con distraerla y hacerle perder el ritmo. –Gracias, mamá –concede finalmente el chico. –¿Por qué? –pregunta, sorprendida. –Por quererme. Por hacerme... El muchacho no llega a terminar la frase. Exultante por el cariño de su hijo, ella aprieta su sexo a la par que cuida de agitarlo a un ritmo frenético. El muchacho grita de puro éxtasis; nadie conoce mejor el delicado cuerpo de un muchacho que su propia madre. No obstante, temerosa de despertar a los vecinos, la mujer aferra la nuca del muchacho y dirige la cabeza de este hacia sus pechos. Al principio se encuentra con cierta resistencia, quizá fruto ...