Elevando el deseo: sexo en el ascensor
Fecha: 21/11/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Norah, Fuente: CuentoRelatos
... tras un estruendo y un movimiento fuerte. Tocamos el botón de emergencia insultando bastante pero parecía no funcionar. Inmediatamente agarré el celular, no tenía señal. Diego sí. Llamamos a su novia y ella habló con el portero. Los encargados de arreglar el ascensor no podían venir sino hasta dentro de tres horas… creí morir de pánico. Tres horas serían soportables. Avisamos a mi marido y nos sentamos en el piso del ascensor… -No tengas miedo pero esto está todo arreglado. Quería pasar tiempo a solas con vos y no sabía cómo- le dije entre risas resignadas. Él parecía contento de que me tome un momento tan desgraciado con humor. Aceró sus rodillas a las mías y me agarró la mano: -Sos la mejor persona con la que podría haberme quedado encerrado en un ascensor. Acá tenemos otra anécdota rara para nuestro historial- me dijo, y sus ojos risueños eran iguales a los de aquella madrugada en el auto. Quedamos en silencio. ¿Cuánto tiempo pasó? Miré el reloj, 15 minutos, pero parecía una eternidad. Empezaba a hacer calor así que nos sacamos los abrigos. Él aprovecho a elogiar el vestido que llevaba esa noche y yo me alegré internamente de mostrar tanta piel (aunque en otra oportunidad él ya la había visto toda, pero esa es otra historia). Pusimos los abrigos en el piso y nos tiramos boca arriba, como quien se tira a mirar las estrellas aunque un poco más incómodos. -¿Te puedo hacer una pregunta? – me dijo, porque a él siempre le gustó preguntarme si me podía preguntar las cosas. ...
... -Sí, claro- le dije, sabiendo que después de eso siempre venía algo fuerte. -¿Sentiste lo mismo que yo cuando recién se cerró la puerta del ascensor, antes de que se rompiera? Me quedé en silencio. ¡Claro que había sentido lo mismo! Me invadían las ganas de levantarme y montarme sobre él dándole un profundo y guiar sus manos por debajo de mi vestido. -Puede ser, si, algo sentí- le dije algo pícara y quedé sonrojadísima. Otra vez gobernaba el silencio. Pero adentro de mi cabeza no paraban las palabras, los gestos, los movimientos. En mi mente ya estábamos uno fundido en el otro. Miré la hora, todavía teníamos dos horas y cuarto por delante. Era ahora o nunca. -Puedo hacer algo?- le dije- cerrá los ojos- y los cerró Tomé impulso y me senté sobre él, con una pierna a cada lado. Él mantenía los ojos cerrados. Me incliné hacia su cuello y sentí ese mismo perfume acompañado de un intenso calor. El confiaba plenamente en mí, no preguntaba nada. Me sentí la diosa del sexo tántrico, sentía claramente su erección debajo del jean haciendo contacto directo con mi tanguita que ya estaba mojadísima, pero no nos movimos. Me incorporé otra vez y lo miré, realmente no sabía qué hacer con este hombre…nos habíamos deseado tanto tiempo, tantas veces. Me recosté en su pecho y al cambiar de posición mi clítoris quedó justo sobre su pene que luchaba dentro del pantalón. El corazón le latía fuerte. -Quiero que me acaricies- le dije muy suavecito al oído erizando todos los casi invisibles vellitos del ...