1. El niñero: en la cabaña


    Fecha: 23/11/2017, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues

    ... una milésima de segundo. De súbito recuperé el control de mi cuerpo y descendí lentamente, en una delicada caricia. Bajé a James de mi espalda y me retiré sin decir ninguna palabra. Fui a la cabaña y decidí darme un baño de tina para poder pensar tranquilamente. La calentura me invadía cada vez que estaba cerca de él, y simplemente no podía evitarlo. Al otro día era sábado y nuestros padres llegarían, no quería arriesgarme a que James dijera algo ante ellos. Mi mente viajo hasta ese glorioso día en que pude ver ese espectacular cuerpo, y mis 18 centímetros comenzaron elevarse. Jugué con los risos de mi vello púbico y descubrí mi glande. Lentamente me fui masturbando y cerré mis ojos. Embarré mi mano de jabón y comencé a subir la velocidad de la paja, mientras que con mi otra mano frotaba mi glande. El placer empezó a recorrer mi cuerpo, y en mi mente aparecieron imágenes del firme culo de James. Quería abrir sus nalgas y romper ese rico pedazo de culo. Abrí mis ojos cuando sentí unos pasos en la cabaña, y decidí dejar para otro momento lo que hacía. Como consecuencia de no terminar lo que había comenzado, mi pene no fue capaz de disminuir la erección. Me salí de la ducha e, ignorando mi dura verga, me dirigí a tomar la toalla que estaba colgada sobre la puerta. Cuando estaba a centímetros de llegar, la puerta se abrió. Ahogué un grito de sorpresa, y me encontré con la confusa mirada de James. Sus ojos fueron desde mi cara, hasta mi duro pene, y al instante lo intenté cubrir ...
    ... con mis manos. James entró y cerró la puerta tras él. -¿Qué… qué haces aquí?- pregunté haciendo contorsiones para tapar mi cuerpo. -Eh… yo. - comenzó. Sus ojos ahora apuntaban al suelo, y su piel comenzaba a sonrojarse. - Quería hablar contigo. Pero…- Su expresión era extraña. Quería decirme algo pero no se atrevía. Descubrí que ese era el momento de echarle las garras encima. -¿Qué sucede?- quité mis manos de mi ingle, y me acerqué tentadoramente. Noté el rubor en sus pómulos, como sus extremidades se tensaron. -Es que… Es solo que…- sus ojos se posaron en mi pene y, a duras penas, subieron hasta mi cara (aun sin verme a los ojos). - No lo sé. No sé que estoy haciendo aquí. -Espera. - dije tomándolo de sus hombros e interponiéndome entre él y la puerta. Tomé la toalla y, bajo su atenta mirada, cubrí mi cintura. - Relájate. Estás en confianza. - Me gustaba verlo de esa manera. Él, siempre tan varonil e imponente, alardeando lo guapo que era. Y ahora, estaba tan disminuido y tímido, sin el valor para mirarme a los ojos. Me gustaba el poder que podía ejercer en él. -Mira, no sé qué es lo que sucede…-comenzó intentando ponerse firme. -… pero hace días que noto que algo te pasa conmigo. Y ahora… durante el juego…-se tocó el muslo en silencio. Justo el lugar donde yo lo había acariciado. -. me tocaste de una manera extraña, y yo… -¿Y tú, qué?-di un paso hacia adelante. Lo vi titubear, y supe que ya estaba perdido. - Anda, responde. -Pues a mí…- -A ti te gustó. - concluí por él. ...
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