Carta anónima
Fecha: 08/09/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Les quiero contar, no, más bien confesar algo que me ha sucedido y que necesito compartir. Desde hace un tiempo vengo disfrutando de las relaciones sexuales más satisfactorias que he podido imaginar, todo sería maravilloso salvo un pequeño problema, la persona con quien vengo llevando dicha aventura es nada más ni nada menos que mi propio hijo. No estoy buscando consejo o una amistad, solamente quiero contar lo que sucedió para poder desahogarme, sentiría mucha vergüenza si tuviese que hablarlo con alguien (algunos sabrán a que me refiero). Todo comenzó una mañana de invierno hace ya un año atrás. Mi hijo me pidió dinero para comprar ropa interior nueva porque la que tenía según él le quedaba muy apretada. Como yo no tenía mucho que hacer en casa le dije si no le molestaba que le hiciera compañía, de paso aprovechaba y compraba algunas otras cosas que necesitase. Por supuesto que protesto un poco pero al final terminé ganando. Fuimos a un negocio de ropas y luego de estar un rato mi hijo pudo encontrar lo que estaba buscando, junto con otras cosas. Tengo que decir que los calzoncillos que se eligió eran bastante grandes, lo que me pareció raro porque el no es un chico gordo sino más bien esbelto. Pensando un poco caí en que el espacio sobrante lo llenaría con otra cosa. Luego de dar una vuelta y de tomar un chocolate caliente volvimos a casa. Apenas llegamos me puse a preparar la cena y cuando estuvo lista me senté en el sofá a leer un libro mientras que llegara mi esposo. ...
... Es la típica historia de la mujer casada, el marido regresa de trabajar, come y antes de dormirse tiene sexo con ella casi por obligación. Al pasar el tiempo se transforma en una rutina que deja mucho que desear, y las que salen perdiendo siempre somos nosotras. Más allá de los encantos que poseamos, parece que nada puede despertar ese apetito que se fue apagando con los años. Quizás esa fue la razón por la que momentáneamente desvié mi atención al otro hombre de la casa, mi hijo. Atento, buen compañero, alto y flaco. El no sale a mí, no, yo soy más bien rellenita sin llegar a ser gorda. Les cuento por si les interesa, tengo una cola grande y un busto bonito, natural. De estatura soy mediana, pelo castaño y ojos marrones, atractiva o al menos eso pienso. Unos días después me dispuse a lavar la ropa, la canasta estaba demasiado llena con olores de todo tipo. Comencé tranquilamente a separar la ropa blanca de la ropa de color y cual fue mi sorpresa cuando encontré allí un calzoncillo de mi hijo con una mancha bastante característica. Me atreví a olerlo un poco y si, no había duda de que era semen. Pensar que mi niño había echado su lechita allí, bueno, lo cierto fue que me excitó, no es una buena excusa porque es la verdad. Esa noche me acosté con mucho calor a cuestas. Como siempre mi marido comenzó a hacerme el amor pero yo estaba como poseída, quería cada vez más, le pedía cosas que nunca le había pedido. Desgraciadamente él no tardó mucho tiempo en venirse, al rato estaba ...