Madres sacrificadas 3: Yemina se enfrenta a un monstruo para salvar a su hija
Fecha: 27/11/2017,
Categorías:
No Consentido
Fantasías Eróticas
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
Los Homúnculos habían llegado después de la media noche, atravesando el bosque. Nadie en la aldea se había percatado de su presencia hasta que fue demasiado tarde. Era una noche sin luna, y aquellos seres monstruosos, a pesar de ser enormes, eran sigilosos como panteras. Las casas fueron atacadas simultáneamente, los gritos de terror y dolor resonaron en la oscuridad al unísono. Los pocos hombres que pudieron blandir espadas fueron destrozados antes de asestar un golpe, eran gatitos enfrentándose a leones. Yemina estaba escondida debajo de la cama, abrazada a su hija Tamina. Sentía cómo la chica temblaba pegada a ella. Se escuchaban los ruidos de los destrozos que estaba haciendo el homúnculo en la casa. Ya había matado a su marido, lo sabe porque escuchó el grito ahogado que se desvanecía lentamente hasta apagarse por completo. Ahora el monstruo está revolviendo la casa, tirando y rompiendo todo. Eso hacían los homúnculos: llegaban a las aldeas pequeñas, alejadas de las grandes ciudades, mataban a los hombres, y destrozaban todo a su paso, sin llevarse nada de valor con ellos. Nada, salvo a las vírgenes que encontraban en su camino, a las cuales secuestraban para sacrificar. Yemina rogaba para que el homúnculo no se acercara a la pieza, porque ellos podían sentir el olor de las vírgenes tan bien como las personas sentían el olor a perro. Pero sus silenciosas súplicas eran en vano, porque el aroma virginal de su hija Tamina estaba esparcido por toda la casa. Escuchó los ...
... pesados pasos acercarse lentamente. Cada vez resonaban más fuertes en la noche infernal. También se escuchaban, a lo lejos, los gritos de dolor de los últimos hombres que todavía se mantenían en pie, y los llantos de las niñas vírgenes que eran llevadas a la fuerza hacia el bosque, para ir a un lugar que ningún humano conocía. Tamina se abrazó fuerte a su madre, y se orinó. El homúnculo abrió la puerta de un golpe y entró articulando palabras ininteligibles. Yemina supo que su final estaba cerca, pero también supo que a su hija le esperaba algo peor que la muerte, por lo que se armó de valor y salió de debajo de la cama para hacerle frente al monstruo. El homúnculo vio surgir a una pequeña criatura que lo encaraba gritándole. Apenas le llagaba a la cintura, podría matarla de un manotazo y agarrar a la criatura virgen que estaba escondida a unos pasos de ellos. Pero la actitud de la humana lo divirtió, y mientras recibía los ridículos golpes en las piernas, empezó a reír. Tamina estaba congelada, todavía escondida, mientras veía cómo su madre enloquecida atacaba al monstruo y le gritaba a ella que se escape. Escapar a dónde, pensaba, si afuera todavía reinaba el caos. Entonces un rugido siniestro salió de la garganta del homúnculo, y pensó, horrorizada, que esa bestia era capaz de reír. El homúnculo se sintió excitado por la violencia de esa humana salvaje, por lo que perdió interés en la virgen, ya se encargarían sus hermanos de llevar ofrendas para el sacrificio. La agarró con su ...