Madres sacrificadas 3: Yemina se enfrenta a un monstruo para salvar a su hija
Fecha: 27/11/2017,
Categorías:
No Consentido
Fantasías Eróticas
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... inmensos: dos bolsas gigantes y peludas que colgaban del monstruo. El homúnculo, fascinado por su descubrimiento, sintió la atracción que se generaba entre su miembro y aquel agujero húmedo donde recién había metido el dedo. Por lo que bajó el cuerpo pálido que sostenía hasta donde estaba su tronco duro. Yemina comenzó a gritar y patalear, pero él, con la mano libre, hizo las piernas a un lado, apuntó al agujero y ensartó su lanza poderosa. Yemina gritó y todos los gritos que todavía se escuchaban afuera parecieron ecos del suyo. Sin embargo su cuerpo resistió, y si al principio sentía un dolor lacerante y creyó desgarrarse por dentro, de a poco fue acostumbrándose al descomunal miembro. El homúnculo la ensartaba una y otra vez a un ritmo que para él era suave y lento, no quería que la criatura que tenía en manos se durmiera para siempre. La sensación de su sexo era increíble, ni si quiera matando se había sentido tan a gusto. La mujer de cabello rojo gritaba cada vez que entraba en ella, y eso lo fascinaba. Mientras la violaba le metía el dedo en la boca, y le pellizcaba los bultos que descubrió cuando la desnudó. Aullaba de placer como nunca antes, no quería que esa sensación terminase, sin embargo percibió que su miembro estaba a punto de estallar. No quería hacerlo, tenía miedo de que una vez que acabara ya no pudiera repetir su hazaña. Pero también sabía que el estallido iba a ser una explosión de placer, su cuerpo se lo decía. Aguantó lo que pudo y cuando pensó que ...
... el final era inminente, sintió un calor sofocante recorrer todo su cuerpo, creyó ser abrasado por los fuegos de mil dragones. Tamina vio cómo el monstruo acababa adentro de su madre: en realidad sólo largó unos chorros dentro de ella. Luego sacó el miembro de su interior y comenzó a eyacular en todo el cuerpo blanco, salpicando semen por todas partes. Yemina estaba impresionada, aquellas enormes bolas albergaban una cantidad incalculable de leche de homúnculo, mucha de ella se derramaba de su interior e iba a parar al piso, y otra cantidad mayor le bañó el cuerpo. Un montón de cálido líquido blanco cubría su cuerpo casi en su totalidad, y el monstruo seguía largando chorros encima de ella, aullando de placer. Cuando finalmente terminó de eyacular, el homúnculo, con la respiración agitada, miraba a la mujer que tenía entre sus manos con curiosidad. En su mentalidad simple alcanzaba a comprender que aquella criatura le había ayudado a descubrir algo totalmente desconocido. Pero luego percibió el poderoso aroma virginal que provenía de muy cerca. Dejó caer a Yeminam quien logró aterrizar parada, sin lastimarse. Tamina se tapó los ojos cuando el monstruo gris levantó la cama que la cubría y la mandaba a volar con una facilidad aterradora. “¡No, a ella no!” Gritó Yemina, corriendo a proteger a su hija, sabía que la chica no soportaría que la penetren con el bestial miembro. Pero el homúnculo se deshizo de ella con facilidad, dándole un empujón que la mandó al piso y le rompió un ...