1. Desafío de galaxias (capitulo 48)


    Fecha: 30/11/2017, Categorías: Grandes Series, Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... pero ¿querrían venir aquí? —No es ningún compromiso, estarían encantados mi señora, se lo aseguro. —Cuándo puedas habla con ellos, y si conocéis a alguien más de confianza, también. Prepara una lista de setenta u ochenta. —Así lo haré mi señora. —Todos han de ser voluntarios, y de máxima confianza. Lo dejó en tus manos. —Gracias mi señora. —Anahis, completa el escuadrón; principalmente mandorianos, pero mete también algunos faralianos, ursalianos, numbaritas, en fin, de los sistemas principales, no sea que alguno más se queje. —Mi padre no se va a quejar, y hay muchos mandorianos en la tripulación de está nave. Mejor completamos el escuadrón con el resto. —De acuerdo, pero mete a tu amiga, la que lleva la seguridad exterior del Cuartel General, ¿cómo se llama? —Driss. —Sé que siempre ha querido embarcar en el Fénix. —Es cierto, ¿cómo sabes tú eso? —Porque me entero de todo. —Pues la vas a dar una alegría. —Bueno, pues asunto zanjado. —Ya es hora de cenar, venga, vamos. —¿Sabes? No puedo apartar la vista de esa inmensidad negra, y no sé por qué me atrae tanto. —A mí también me gusta, —dijo Anahis activando su comunicador. Tecleo y llamó—: ¿comedor? Soy Anahis. Hágame un favor, ¿puede reservar un sitio al lado del ventanal para la general Martín y para mí? Si, queremos mirar por la ventana… gracias, es muy amable… en diez minutos… si… un momento, —Anahis aparto el comunicador de la oreja y dijo riendo—: Que las verduras estofadas que tanto te gustan se están acabando, que si ...
    ... te guarda. —Dile que sí. —Que si, —dijo volviendo a hablar por el comunicador—. Si es posible para mí también por favor… gracias. Cuándo entraron en el comedor, el encargado las había preparado una mesita plegable junto al ventanal. Cogieron las bandejas, recogieron las verduras estofadas y un par de copas de vino español, y se sentaron en ella. Mientras cenaban, charlaron de sus cosas mirando juntas la inmensidad oscura que se abría ante ellas. Cuándo terminaron, e iban a levantarse, un soldado se acercó y las ofreció un par de vasos de orujo. —Es el mejor del mundo, es de mi tierra, de Galicia, —les dijo el soldado llenando los vasos. —¿Me estás diciendo, que este orujo es mejor que el que hace mi papa en mi pueblo? —Por supuesto que no mi señora, pero está casi tan bueno como el que hace su papa. —Entonces lo probaremos, —Marisol se lo tomó de un trago al igual que Anahis, pero está puso cara rara y se le enderezo la cola—. Si está bueno, sí. —Gracias mi señora, —dijo el soldado, y llenando otra vez los vasos, se marchó. —Bueno, como aperitivo no ha estado mal, —comento Marisol cuándo se quedaron solas. —¿Aperitivo? ¿es que quieres algo más? —Si, pero el plato principal no me lo puedo comer aquí, tenemos que ir al camarote. —¿A que te refieres? —preguntó Anahis con cara de perplejidad. —A que te voy a comer hasta la cola, —respondió provocando la carcajada de Anahis. —Pues no sé a que esperamos. ¡Vámonos! Llegaron al camarote y fueron dejando un reguero de ropa hasta la ...
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