Tatiana Cap II: Juegos Lujuriosos
Fecha: 30/11/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos
... buen augurio que lo obligaran a acercarse. Eso, o solo querían torturarlo. Benito recordó como Samuel y su mujer terminaron participando de las reuniones. Habían accedido después de haberle concedido a su vecino unas importantes licitaciones en la Universidad. Y no podía mentirse a sí mismo: había insinuado que la vigencia de esos contratos estaba ligada a su concurrencia a las enigmáticas juntas de sus parejas amigas. Nunca supo si Vicky se enteró que fue vendida por su marido, pero siempre se había mostrado reacia a participar. Pese a que habían empezado con juegos bastante inocentones, no se podía decir que la bella señora Concigliere mostrara mucho entusiasmo. Incluso desde el principio había necesitado más que algunos tragos para terminar accediendo a una que otra prueba incomoda con sus compañeros. No obstante, Benito estaba convencido que muy entrada la noche, cuando los encuentros estaban en sus momentos más álgidos, la muy zorra terminaba disfrutando como loca. Todas las vecinas del grupo tenían algo especial. Sin ir más allá, Marta, su mujer, poseía un culo de campeonato; quizá no el más hermoso pero bastante bien formado y de una resistencia sin igual. Ninguna aguantaba un enculamiento en toda regla como su sacrificada esposa. Vicky por otro lado, poseía una belleza innegable, llevaba una vida sana y se cuidaba de mantenerse en forma. Sin embargo, en opinión de Benito, el verdadero atractivo de la señora Concigliere radicaba en su esquiva coquetería. Era seria y ...
... huidiza a la hora de relacionarse en las reuniones. Por lo tanto, el afortunado de turno que ganaba el derecho de disfrutarla solía sentir el rechazo de la exquisita morena: se corría un poco más allá, no miraba a los ojos o inclusive, les pedía que se detuvieran. Y era eso exactamente lo que volvía particularmente interesante la situación, pues parecía que todo eso le molestaba pero siempre se quedaba, nunca se iba. Lo más probable era que fuera parte de su juego, su forma de disfrutar a concho el descarado libertinaje que se vivía en aquellas especiales reuniones. Pero Benito prefería pensar que se quedaba obligada, presionada por el informal compromiso de su marido y por el costo en sus ingresos si el convenio con la Universidad fuera prescindido. El decano la había poseído solo una vez, delante de Samuel, y el placer que le generó la resistencia de aquella mujer, aparentemente violada frente a su esposo, fue morbosamente fascinante. Ahora Vicky estaba sentada frente a él, vestida en su traje de ejecutiva, más exquisita que nunca. Estaban solos en su oficina y él sabía que disponía de quince minutos para hacer lo que quisiera con ella; le gustara a ella o no. Pero aún quedaba un detalle que aclarar: el maldito papel sobre la mesa: la restricción. Benito recogió el papel y lo leyó. ―Sin contacto―dijo en voz alta, evidentemente desilusionado. Así como él había ganado el premio gordo con el regalo, ella había tenido la suerte de obtener una de las limitaciones más útiles. ...