1. Capítulo I Sanlúcar de Barrameda (Sevilla)


    Fecha: 04/12/2017, Categorías: Hetero Autor: emlyxxx, Fuente: RelatosEróticos

    ... mujer no tardó en arrebatar el cuarto de real de plata y esconderlo en el escote. -Usted- dijo mirándola a los ojos y paseando la mirada en dirección a las tetas en las que se había perdido el cuarto de real– ocupase de que un servidor parta mañana hacia las Indias sin ningún tipo de inquietud. ¿Me comprende? - Cortés se miró en dirección a la entrepierna con una sonrisa joven y fresca, no exenta de picante adorno. Ana sonrió. Aquel mozalbete mostraba una seguridad en sí mismo que le recordaba en gran medida su propia fuerza de voluntad y determinación. La mujer, a pesar de su oficio, tenía a gala ser una persona libre, en tanto en cuanto que no estaba amancebada con hombre alguno, ni era una barragana que conviviese con clérigo o alguacil. Eso sí, su proxeneta, que la protegía de males mayores y disfrutaba de la mitad de las ganancias, era un oficial de justicia, ya entrado en años, del que no había recibido jamás requerimiento carnal alguno. Aquel día había sido entretenido. Siempre que al día siguiente, partía una flota hacia las Indias lo era. Llevaba ya tres clientes, los tres de la nao de Alonso Quintero, vecino de Palos. La mencionada embarcación iba en conserva de otras cuatro que partían abarrotadas de diversas mercancías y esperaban regresar repletas de oro. Ana había sido gratamente sorprendida al ver entrar a Cortés. El chico iba elegantemente ataviado consu remera, calcetines, pantalón bombacho hasta la rodilla, almilla, sombrero y capa. Resuelto en el gesto, la ...
    ... miró directamente, eligiéndola sin dudar entre las cinco mujeres que deambulaban por la estancia, insinuándose a los marineros que vaciaban las jarras a la misma velocidad que el mesero las llenaba. -Sígueme- dijo Ana encaminándose hacia las escaleras de madera que conducían a las dos habitaciones cochambrosas en cuyos colchones de borra se tejían amoríos de ocasión para desahogos marineros. Los escalones desvencijados comenzaron a quejarse bajo el pesado caminar de la prostituta. Cortés la seguía observando los faldones bambolearse e imaginando el tremendo culo oculto bajo ellos. Sintió como su pene endurecía involuntariamente hasta adquirir la rigidez más absoluta. La juventud y la larga abstinencia eran poderoso reclamo para su instrumento. -¿Y hacia donde parten las naves en primer lugar?- pregunto Ana a Cortés. -Hacia la Gomera, mi señora, en donde volveremos a provisionar y desde donde partiremos adentrándonos en las tenebrosas aguas del mar océano hacia Las Indias- La puerta se cerró tras ellos. Unas cortinas corridas dejaban ver por el ventanuco una playa del estuario. Cortés se asomó observando un carro repleto de sacas de trigo que se dirigía al puerto. En la estancia tan sólo estaba el colchón en el suelo, un armario desvencijado y un sofá, éste sin duda robado de algún palacete, pues no concordaba con el lugar. Sus maderas estaban pintadas de blanco y la tela, de seda azul oscura llevaba bordados motivos orientales. Cortés no preguntó, quedó sentado cómodamente en ...