Capítulo I Sanlúcar de Barrameda (Sevilla)
Fecha: 04/12/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: emlyxxx, Fuente: RelatosEróticos
... casi rojos por dentro, resbalosos y mojados. Mientras Ana se sacaba el otro pecho del corpiño, Cortés indagó con los dedos toda la suavidad que proporcionaban los íntimos licores a aquel desfiladero caliente y palpitante. -Sé que no es habitual. O eso tengo entendido, mi señora- dijo el joven Cortés a la veterana prostituta –pero en cierta ocasión bebí de entre las piernas de una doncella y desearía hacer lo mismo con vuestra merced- Ana rió escandalosamente. –Claro que sí mi amor, dijo retrepando la espalda y abriendo las piernas hasta el infinito. Cortés bajó hasta aquellos calzones y coló su lengua entre los paños y entre los vellos penetrando entre los labios rojos del sexo y provocando los gemidos, no fingidos de la puta, que agarraba de los pelos al joven conquistador dirigiendo y presionando las atenciones bucales de la lengua golosa. -Quiero verte desnuda del todo, mi preciosa Ana- La prostituta, aún bien parecida, soltó sus cabellos rubios, ya visitados de alguna cana y una a una fueron quedando dormidas en el suelo las prendas que la cubrían, el corpiño, las medias blancas, las enaguas y los calzones. A Cortés quería reventarle la polla de las ganas que acumulaba el miembro por tomar posesión de aquellos dichosos y benditos agujeros. Estaba ...
... dispuesto a follarla y, a buen seguro a soltar toda la leche en el primer envite, pero Ana le disuadió. –Ven primero aquí mi amor- dijo sentándose en el sofá de seda azul, con el culo orondo en el borde, abierta de piernas. Cortés aún vestido, con tan solo el pene desnudo, asomando sobre los bombachos, se acercó hasta que la boca de la mujer engulló su sexo. -¡Ay señora! ¡No haga tal cosa, que me mata!- Pero Ana lamía y masturbaba con tal maestría que Cortés no pudo soportar ni un segundo más y derramó su lluvia sobre el rostro de la puta. -Aún por el medio real, te queda otro tanto- Le tranquilizó. Cortés quedó dormido sobre el cuerpo desnudo de su furcia. Él aún vestido. Ana acariciaba las barbas del jovencísimo rostro. Algo le decía que aquel mozo no iba a ser uno más. A Cortés le pareció ver a la prostituta entre las gentes que se adocenaban en el malecón del puerto observando la partida de la flota. Los vientos de levante eran favorables, y pronto las playas de Cádiz, dibujadas como línea que separaba los azules del mar y del cielo, fue sólo un recuerdo. Tuvieron navegación prospera hasta avistar la isla de la Gomera y más de tres horas fueron las empleadas por los esclavos en cargar las bebidas y víveres con los que aprovisionar el viaje a tan lejanas costas.