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Uno
Fecha: 16/12/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Uno Las palabras de su esposa sonaban extrañamente melosas desde el otro lado de la línea telefónica. Algo tramaba. Algo le iba a pedir antes o después. Estaba seguro. Siete años casados era demasiado tiempo como para no reconocer cada uno de los diferentes tonos de la voz de su mujer y el significado de todos ellos. Desde el suave ronroneo gatuno hasta el fiero rugido leonino. Una sonrisa astuta iluminó suavemente el duro rictus de Andrés. Efectivamente, al final aquella conversación iba a desembocar en un encargo. Conocía demasiado bien a su mujer como para que ésta le pillara ya por sorpresa. El timbre de la puerta interrumpió la conversación en el preciso instante en que ella iba a comenzar por fin a explicarle el motivo real de aquella llamada a su trabajo. Había debido de guardarse el teléfono móvil en el bolsillo del pantalón porque a partir de ese momento el sonido le llegó de forma más entrecortada, aunque lo suficientemente claro como para hacerse una idea muy acertada de lo que estaba sucediendo bajo el umbral de la puerta de su domicilio. ¿Qué es lo que desea?. La voz de su mujer sonaba menos dulce que instantes atrás. Apenas si entendió la respuesta. Parecía una voz con acento extranjero. Árabe tal vez. No, no me interesa comprar ninguna alfombra ahora mismo. Esta vez a su esposa si la había escuchado con toda nitidez. Parecía como si de nuevo hubiese sacado el móvil de su pantalón. En cambio sí me podría interesar otra cosa de ti, le oyó decir. Ni siquiera ...
... esperó la respuesta de su esposo. Acercó el móvil a la boca del vendedor y le espetó fríamente: La respiración entrecortada del vendedor inundó la línea. Tan solo un ligero balbuceo fue lo único que pudo escuchar Andrés antes de oír como se cerraba la puerta de su casa y un ruido de pasos se dirigían al interior del domicilio. Su corazón comenzó a latir intensamente. De nuevo su mujer le iba a poner los cuernos. De nuevo con un completo desconocido. Un enorme golpe de calor, mezcla de ira y excitación, comenzó a brotar de su interior. Hubiera debido colgar, pero sabía que no podía. Tan solo podía escuchar. Escuchar e imaginar a su esposa entre los brazos de aquel vendedor sin rostro. Quería colgar, pero aquella imagen era superior a sus fuerzas. Cerró los ojos. Se hubiera puesto a llorar. Hubiera debido salir corriendo en dirección a su casa. Pero no podía. Las imágenes que comenzaron a brotar dentro de su cabeza eran muy superiores a su voluntad. Muy superiores, incluso, a su instinto. Sin ningún esfuerzo dibujó en su mente la imagen de su habitación. Una estantería, una gran cama de matrimonio, dos mesillas de noche al fondo y un armario junto a la puerta. Al otro lado un inmenso ventanal tras unos ligeros visillos. Y fotos. Muchas fotos. En las paredes, sobre las mesillas y la estantería. Su esposa era una fanática de la fotografía. Cada momento de su vida enfrascado en papel y apoyado en cada hueco libre de la habitación. Y en medio de todo ello, ella. Ella desnudando al ...