Mi tercer encuentro con la Zoofilia
Fecha: 27/12/2017,
Categorías:
Zoofilia
Autor: AngieZoo, Fuente: SexoSinTabues
... Mi hermano tenía práctica de soccer y quería llevar a Penrril para enseñárselo a una amiga. Mi mamá aprovecho para ponerle una vacuna triple. ¡Por fin solos! Alberich me siguió a mi cuarto. Hace mucho que no sentía esa emoción, ese nerviosismo, la boca seca, las manos sudorosas, el corazón a punto de salirse. Comencé por ofrecerle mi vagina, Alberich en un principio parecía no hacer caso, pero comenzó a lamerme y yo estaba en el paraíso. Después de que murió Bari no tenía como descargar mis ganas de sexo excepto con masturbación, una de las cosas que compré cuando comencé a ganar dinero fue un dildo. Si bien me ayudó en algo, no es lo mismo que tener un amante de verdad. Estaba muy excitada que el primer orgasmo me llegó muy fuerte, casi me desmayo. Entonces vi que el miembro de Alberich comenzaba a asomarse. Le dije “Vamos a ver, que tenemos aquí”. Lo masturbé con mi mano, el perrito empezó a moverse y se sobreexcitó. Trató de montarme pero yo estaba hincada a su lado, él me agarró de costado, subió ambas patas a mis hombros, con su peso casi me derriba y puse una mano en el piso y con la otra traté de sostenerlo, pero él pasó sus uñas por mi cuerpo una pata por mis pechos y la otra por la espalda arañándolos y dejándome un pezón sangrando. Afortunadamente estaba sola porque grité de dolor. Alberich debió intuir que hizo algo malo porque de inmediato tomó una actitud muy sumisa, como si quisiera disculparse. Le di besos y le dije que fuera más gentil y pareciera que me ...
... entendía porque nunca más me volvió a arañar. Decidí dejarlo montarme aunque no terminé de masturbarlo, Alberich le costaba trabajo montarme, lanzaba chillidos de frustración, se subía por un hombro, por mi cabeza. Tuve que sostener sus patas traseras y acomodarlas en mi cintura. Ya que estaba en posición movía su escroto cerca de mis labios pero no le atinaba, sentía la punta humeda de su pene picar mis nalgas, mi espalda. Entonces sostuve su pene y lo dirigí a mi entrada y ¡Bam! Comenzó a copularme. Durante toda mi relación con Bari tuvimos sexo nocturno, yo evitaba emitir sonidos por miedo a que me descubrieran, pero esta vez estaba sola y por fin con un macho llenando mi sexo. Estaba gimiendo y mis pechos ya más grandes se agitaban, sonreía del gusto. El pene de Alberich era diferente, era más corto pero lo sentía más grueso. Sus embestidas casi parecían tímidas, no era tan salvaje y rápido, sino menos fuerte. Sentí su nudo ya adentro y comenzó a crecer y crecer, pensaba “Ya nos atoramos” pero creció un poco más. Empecé a sentir un dolor que no había sentido antes, un dolor muy rico. Su nudo era más grande que el de Bari y estaba estirando mi interior al límite. Con mi mano toqué mi vagina y se sentía muy hinchada. Sostuve una de sus patas delanteras para que no se moviera, pero no fue necesario. Alberich no se movía de su sitio, estaba jadeando y soltando chorros en mi interior tratando de preñarme. Cada vez que me abotonaba con Bari me acomodaba sobre unas almohadas pequeñas ...