La Cala
Fecha: 13/01/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... y para cambiarnos de ropa. Y después encontrarnos en algún sitio a las afueras de la ciudad. Así planteado parecía una locura. Una tontería. Incluso una niñería porque viviendo en Barcelona, no tenía demasiado sentido tener que pasar la noche fuera tirados en la arena, cuando podríamos volver a casa sin mayores problemas. Pero sin embargo, a unos cuantos no nos pareció tan mala idea... Al fin y al cabo, se trataba de salir de la rutina e intentar aprovechar el magnífico fin de semana que se anunciaba. Así que tras unos 5 minutos de charla nos reunimos un grupo que estábamos dispuestos a seguir adelante. Nacho por supuesto, Meritxell, una chica recién incorporada a la empresa que estaba loca por encajar con nosotros, Jose, el chico de Mavi. Mavi , quien trabajaba conmigo en el departamento de marketing y hacia todo lo que yo decía yo, preguntó: - Anna, y tu que harás ? Quizá el plan falle y todo sea un fracaso y nos aburramos como ostras, no? Mavi tenía razón al preocuparse o al menos eso me pareció a mi en aquel momento. Al fin y al cabo todo se reducía a una parejita, Nacho que a veces es un poco coñazo Meritxel y yo, si finalmente me unía al grupo. Al final, nos apuntamos las dos pensando en que lo peor que podría pasar era que nos aburriéramos y tuviéramos que buscar otra gente en la playa con quien distraernos. Así que adelante. Nuestro punto de encuentro era una gasolinera a las afueras de la ciudad sobre las 4, así que teníamos el tiempo justo de salir, ir a casa y ...
... recoger el bañador, la toalla, el bronceador y la bolsa de aseo. Nosotras, Meritxell y yo iríamos en mi coche mientras que Jose y Mavi pasarían por casa de Nacho con el suyo. Cuando salimos, efectivamente el sol empezaba a calentar y mientras esperaba a Meritxell en la puerta de su casa, decidí poner algo de música para distraerme. Salsa. Me encanta bailar y la salsa me vuelve loca, así que comencé a sentir sus efectos y junto con el calor que empezaba a sentir por el cuerpo me parecía que necesitaba llegar cuanto antes a la playa y darme un baño. Meritxell tardaba demasiado y tras comprobar que no había nadie alrededor empecé a pasarme la mano suavemente por mis muslos. La minifalda que llevaba me permitía toda la libertad de movimientos necesaria así que al minuto me encontré jugando con mis dedos por encima de mi tanga (Pensé en ponerme el bañador en casa para evitar el conflicto de cambiarme en la tienda de campaña, pero por no retrasarme, decidí seguir con el plan original). Parecía que Meritxell se retasaría más de la cuenta, así que decidí ponerme cómoda en el asiento del coche, me senté un poco más hacia adelante con la idea de dejar mi rajita más al descubierto y poder trabajar más cómodamente con las manos, cuando en esto que se abre la puerta del coche y entra Meritxell. Se quedó un poco sorprendida al verme en esa posición. Aunque llevábamos tiempo trabajando juntas, nunca habíamos hablado de sexo ni de chicos ni de nada que no fuera el trabajo. Se sintió un poco ...