Lucky, mi renacer...
Fecha: 17/01/2018,
Categorías:
Zoofilia
Autor: HABANA, Fuente: SexoSinTabues
Sentía su enorme bola entre mis dedos, su semen, de sabor nuevo para mi en todo el rostro y en la boca. Pensaba en cómo sería ponerme a cuatro patas en ese preciso instante y toda esa imaginación, acompañada del tiempo que llevaba sin hacerlo, hizo que explotara en una corrida enorme. Hace más de 2 años desde mi última publicación. Tenía toda una carpeta con material preparado y un repentino error en nuestro queridísimo Windows ha desaparecido todo el contenido de mi PC. Ya veré si recuerdo y vuelvo a redactar esas historias. Por ahora me concentrare en lo que aconteció mucho después. Alberto, un vecino muy querido en el barrio, era muy atento con todos. Siempre ayudaba a los mayores, jugaba con los niños. Todo el mundo lo quería y los animales no eran la excepción. Una vez se le vio con un perro callejero. Lo había rescatado de un accidente. Después de unos meses Lucky estaba completamente sano. Se sabía que era joven por el brillo de su pelo, por lo juguetón y energético que era. Lo recuerdo de tamaño medio, quizá un poco más alto de lo normal para un perro sin raza, color claro. Por cuestiones de la vida había tenido que despedirme de Randy y pasaron meses desde la última de mis andadas. Sabrán que al ver a Lucky miles de cosas pasaban por mi cabeza. Imagínense lo difícil que fue verlo recuperarse. Primero por el lado humano, pero segundo y casi que más importante, porque estaba ansioso por verle todo esbelto. Desde entonces fui muy cariñoso con el can y por eso me gane ...
... su confianza, pues siempre que podía le daba de comer, le pasaba la mano, le hablaba. Cada noche, cuando iba a botar la basura, lo veía, lo llamaba y aprovechaba para acercarme. Al bajar las escaleras miraba en todas las direcciones para descifrar donde y como podría hacer mi primer intento. Me daba miedo llevarlo a casa, pues al cambiar los horarios escolares y regresar en la tarde, solo me quedaba un rato antes de que llegaran mis padres del trabajo. Mis únicas opciones eran, o arriesgarme en casa o encontrar un lugar discreto en la calle. Cual de las dos variantes mas peligrosa. Una de esas noches no aguante mas y me decidí. Mis padres sabían que a veces me demoraba en subir pues me entretenía hablando con alguien y eso me daba unos minutos de cobertura. Llame de forma juguetona a Lucky y me lo lleve hacia la parte posterior del edificio, donde la cisterna y unos arbustos descuidados me darían algo de intimidad. El corazón me latía a mil y no sabía que, ni cómo hacerlo. Solo miraba en búsqueda de ojos ajenos. Parecía que no había nadie. La noche no era joven y muchas casas habían apagado sus luces, lo que era algo a mi favor. Estaba bien oscuro el lugar e hice un gesto como de caer al suelo. Quería ver si alguien reaccionaba. Nadia estaba al tanto de mi presencia. Ok… ahora o nunca, pensaba nervioso. Comencé a pasarle la mano por el lomo, los costados… todo lo de siempre, como si estuviese dándole los cariños habituales. Con mucha discreción y sin cuidado fui direccionando ...