1. Mi padre... el militar.


    Fecha: 20/01/2018, Categorías: Gays Masturbación Sexo con Maduras Autor: renovatio111, Fuente: xHamster

    Ahora a mis 18 años recuerdo una historia muy especial de aquellas que sólo suceden entre hombres. Y es muy especial porque sucedió entre mi padre y yo.Cuando yo era un muchacho de apenas 15 años mi papá era sargento en el ejército. Estaba destinado en Fort Sill, Oklahoma. Ahí vivíamos. ¡La de veces que mi padre me llevaba fuera de la base por un corte de pelo, o simplemente de compras y a comer una pizza! Teníamos que atravesar las ondulantes colinas de Oklahoma cociéndonos al sol de la tarde. Recuerdo que al salir de la base yo siempre estaba al acecho de los tanques, mientras me reclinaba en la ventanilla abierta del coche, y el aire caliente soplaba directamente sobre mi cara. De vez en cuanto me fijaba en algún tanque renqueante moviéndose junto a los hombres envueltos entre el polvo que este levantaba a su paso. Mi visión del ejército, a esa temprana edad, era tan ingenua como romántica. Para entonces yo ya sabía que me atraían los hombres. Muchas noches en mi cama de adolescente, fantaseaba sexualmente antes de dormirme, con Ben Affleck en Pearl Harbor o con George Clooney en Tres Reyes o con el Sargento de la serie de televisión Hazañas Bélicas. Como véis, mi imaginación era muy cinéfila. Pero sin lugar a dudas me atraía mi papá, quien en todas mis fantasías siempre era el mejor sargento. Y aunque en realidad no comprendía totalmente mi sexualidad, si sabía que me atraía la desnudez masculina y mi cuerpo desnudo más deseado era el mi propio padre. Y como entonces él ...
    ... no era nada modesto, por suerte para mi, tuve muchas oportunidades de contemplar la desnudez de su cuerpo sin tener que salir de casa. Apenas entrado en sus cuarenta, mi papá era aún un hombre robusto, de estómago plano, y peludo en la mayor parte de su cuerpo ¡Hasta incluso presentaba algunas matas de pelo negro en el dorso de sus dedos! A mi me parecía el hombre más sexy del mundo.Un día llegué del instituto y le hallé recostado en su sillón, con sus pies apoyados en un taburete cercano. En la mesita contigua, cuatro latas de cerveza arrugadas delataban que había estado bebiendo. Mamá no se hallaba en casa. Se marchó en la mañana temprano, a cuidar del abuelo que vivía con la abuela, en Kansas City. Yo sabía que mi papá dormía a pierna suelta la mona, así que sigilosamente deposité mis libros y demás material escolar sobre la mesa de la cocina y volví hacia donde estaba él. Permanecí de pie a su lado, en silencio, contemplando absorto el vaivén de sus manos apoyadas sobre su henchida barriga cervecera, meciéndose al ritmo de su pausada respiración. Vestía una sudada camiseta blanca y llevaba puestos sus pantalones del ejército así como calzadas las botas de combate. Como empujado por un resorte me arrodillé frente a él y le acaricié suavemente el vello de sus brazos. Me sentí extasiado al hacer eso y me encantó la sensación del roce de sus vellos bajo la palma de mi mano. Pero de pronto, mi papá tosió un poco, y abriendo sus somnolientos ojos pareció tomar consciencia de ...
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