Colegialas en celo
Fecha: 23/01/2018,
Categorías:
Lesbianas
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... cuerpo era derrotado por el roce de sus tetotas en mi espalda cuando se me apoyaba. ¡me fascinaba que me confiese que se le mojaba la bombachita cuando me veía, que la excita mucho la fricción de la tela en su vagina, y que tenía muchas ganas de encamarse con una nena! Ella fantaseó primero conmigo, pero yo la miraba y me derretía como un terrón de azúcar. La mañana de los machetes quedó ahí nomás, pero luego en la biblioteca nada pudo detenernos. Aquella vez fuimos a leer unos cuentos para literatura, y como fue durante la hora de gimnasia no había nadie. Después de subrayar y anotar unos verbos, Ana posó su cabellera en mis hombros diciendo: ¡parate nena, y subite la pollera, quiero verte esa cola de cerquita! Les cuento antes que nada que tengo 18, que soy rubia trigueñita, medio rellenita y, según las miradas y comentarios de los varones mi cola es la más linda y turgente del aula. Nuestro uniforme consta de zapatos marrones, corbata azul como la pollera tableada y una remera blanca. Apenas estuve de pie, ella me la subió con un lápiz, suspiró y se agachó tras de mí. Puso una mano en cada nalga y me dio unos masajitos re lindos. Hasta que me corrió la bombacha y juntó su cara a mi colita. En cuanto supe que me estaba oliendo sentí vergüenza y la saqué para seguir con los libros. Pero ella se me sentó en las piernas, me comió la boca diciendo: ¡no seas tonta Debo, estás muy perrita, dejate llevar!, y una de sus manos palpó mi vagina sobre mi bombacha. Con la otra ...
... acariciaba mis pechos. Cuando me mordía el lóbulo de la oreja me hacía viajar al más allá. ¡che, a vos también se te re moja la chabomba piba!, dijo, y no demoró nada en escurrirse entre mis piernas, quedarse con las tetas al aire y empezar a deslizar su lengua chiquita en mi concha como una fogata de flujos incontrolables. Fregó sus lolas en mi sexo y me hacía saborear esos pezonsitos erectos sin dejar de decirme que estaba más caliente que una pava. No puedo describir con precisión la locura que sentí cuando intentó introducir su pezón en mi fresita moviéndose y gimiendo bajito. Pero justo cuando se sentó en la mesa para que yo pruebe su sabor entró la profe de artes plásticas. Nos retó, pero no desviaba sus ojos de las gomas de Ana. Todos sabíamos que Cristina es lesbiana, y ser descubiertas por ella nos calentó aún más. Tuve miedo de invitar a Ana a casa, tal vez porque seguro querría propasarse conmigo, aunque yo lo permitiese. Sin embargo, me seducía más que nos calentemos en el cole. Siempre ella rompía mis esquemas poniendo un caramelo en mi boca con la suya, dibujando colas y lolas en mi carpeta, dejando su mano extendida en la silla cuando me iba a sentar, lamiendo mis dedos mientras escribía lo del pizarrón haciéndose la dormida, o diciéndome bajito: ¡no sabés las ganas que te tengo, me re calentás zorra! En el baño aprovechábamos a tranzarnos como locas, y allí mismo me decidí a chuparle la conchita una vez. Fue loco, pero luego de que su lengua recorra cada rincón de mi ...