Las fantasías con mi esposa (I)
Fecha: 24/01/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Lo que van a leer a continuación sucedió en la vida real, solo cambiaré los nombres por motivos de sobra conocidos. Estoy casado desde hace cinco años con una mujer que tiene buenos atributos físicos. Unos pechos formidables y voluptuosos, un trasero muy envidiable y unas piernas finas y estilizadas. Nuestro matrimonio en los últimos meses había tenido problemas debido a la pasividad sexual de ella, quien se había criado en un hogar donde el placer sexual es más bien algo accesorio, nada importante. Por mi parte me considero un tipo lujurioso, ansioso de experimentar todos los niveles del placer. Una de las cosas que más deseaba hacer era penetrar analmente a mi esposa Maria, sin embargo todos mis intentos habían sido en vano. Cierta noche luego de prepararnos para nuestra noche de placer, en medio de duchas y perfumes, me dispuse a poner todo mi esfuerzo en la meta mencionada. Llegado el momento, fui deslizando mi lengua por sus nalgas deliciosas hasta escudriñar en medio de ellas, y llegar a su delicioso anito. Lo chupaba y hacía una suerte de penetración con ella. De pronto sentí como mi esposa se contorsionaba suavemente. Lo estaba disfrutando. Ni lerdo ni perezoso, humedecí mis dedos con aceite y no sin cierta resistencia de parte de ella, le metí un dedo en su ano, que se sentía deliciosamente estrechito. Le supliqué que me dejara introducirle mi verga, en su ano. Estaba experimentando una explosiva erección. Al final la convencí, humedecí mi miembro con aceite, y lo ...
... coloqué con suavidad en su ano. Lentamente fui empujando mientras sentía sus uñas en mis piernas y brazos, sabía que le estaba doliendo, pero hacía todo esfuerzo por no lastimarla, por hacerlo lentamente. Al final introduje todo mi falo en su culo. Era delicioso sentir la carne de su ano, tibia y humedecida. Ahora ella se movía descaradamente, y me halaba hacía ella. Ella se puso de rodillas y de manos y volví a penetrarla en su ano por detrás, y luego en un movimiento sorprendente ella se sentó sobre mí, introduciendo toda mi verga en su ano, y brincando y saltando de una manera tal que deposité todo mi semen en su ano. La otra fantasía por realizar, esperaba a la vuelta de la esquina y digo a la vuelta de la esquina, porque ahí vivían dos hermanas Ana e Isabel. Anita era una joven de 19 años, delgada, con un rostro hermoso y un cuerpo delicado y delgado pero deliciosamente sensual. Estaba propuesto a ver en la cama a Maria y a Anita, haciéndose el amor. Era inevitable que debía suceder. Empecé por estrechar los lazos de amistad entre la madre de Anita e Isabel, de nombre Carmen, quien vivía sola con sus hijas y a quien ayudaba los fines de semana en labores de reparaciones y mantenimiento de su casa. Carmen era una rubia de esas devoradoras, que se notaba capaz de disfrutar sin mayores contratiempos del sexo. Bueno, luego de una serie de trabajos, llegué a follar con ella. Fue el día en que reparaba su baño, y me empapé todo por una fuga de agua. Ella me trajo un paño, me ...