Mi primer todo
Fecha: 24/01/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos
... en persona a mi nueva compañera de vacaciones y, con todo lo que sabía de ella, pocas sorpresas me podía llevar. La ruta en el autobús de línea regular iba a permitirme todavía pensar mucho en todo lo que tenía ganas de hacer. Justo hasta que me dejó frente al paseo marítimo y, bolsas en mano, fui recibida calurosamente por la que, hasta ahora, era mi amiga virtual más estrecha. -�¡Querida nena, cuántas ganas tenía de verte!�, vociferó ella entre una avalancha de turistas despistados. -�¡Pero si es mi voluptuosa gabacha favorita!� le respondí yo con irónica efusividad. -�Guau, eres aún más guapa que en las fotos y por Skype�, sentenció para ruborizarme. -�Tú eres tan preciosa como cuando me mandaste la primera foto�. Esperé que no sonara muy cursi. Nos dimos dos besos y un largo abrazo y caminamos hacia su coche mientras cambiábamos impresiones rápidas acerca del viaje y de mi futura estancia con ella. Tras dejar el equipaje en el vehículo nos dirigimos a la playa para sentarnos en la arena sin dejar de hablarnos y tocarnos, y así corroborar que ambas éramos reales. Esta iba a ser mi primera gran amiga en la Red. Al llegar a su casa repartimos tareas, ideas y planes para el futuro inmediato. El piso, situado a 200 metros del mar, no era lujoso pero estaba muy arreglado y limpio. Mi habitación, como la suya, daba al mar a través de un gran ventanal orientado al Este. No era una estancia grande, pero suficientemente acogedora para descansar e incluso convertirla en improvisado ...
... picadero. Me reí hacia dentro cuando pensé en eso. El ocaso asomaba ya por el horizonte y el resto de la tarde fue un sinfín de risas y comentarios acerca de nuestras vidas y nuestros proyectos. La tarde era preciosa como no la recordaba, y encadenó con una noche que nos sirvió a ambas para seguir conociéndonos hasta sucumbir de cansancio al abrigo de la madrugada. Esta iba a ser la primera vez que yacía de sueño con una amiga. Llevaba una semana en casa de Lette y el tiempo pasaba demasiado rápido. Casi a diario salíamos por las noches para regocijar nuestra líbido por los antros más pijos y también más lúgubres del pueblo. Sin duda, la localidad estaba preparada para acoger la multitud de visitantes que llegaba cada año por estas fechas, y la oferta noctámbula era interminable. Normalmente llegábamos a un local y nos dispersábamos una por un lado y otra por el otro, de forma que al juntarnos horas más tarde disfrutábamos a tope contando nuestras experiencias con los ligones del lugar, los paquetes que poníamos duros y las babas que recorrían la mayoría de barbillas. Las risas eran de órdago, pero también la paulatina excitación que, noche tras noche, mis carnes protagonizaban a través de una calentura creciente que aún no me había atrevido a sofocar. La décima salida nocturna tuvo como destino el local más pijo del lugar. Era una boite de alto nivel y precios prohibitivos donde, a pesar de ello, nos la ingeniamos para aceptar las múltiples invitaciones que nos ofrecían de ...