1. Mi primer todo


    Fecha: 24/01/2018, Categorías: Hetero Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos

    ... frase. O triple, vete a saber. Llegó un momento en que yo ya me retorcía de placer sobre el cuerpo sudoroso de Lette. Me insistía una y otra vez que no dejara de mirarme en el espejo, que no apartara la vista de mi entrepierna. Como si fuera la entrepierna de otra afortunada. Y cuando se aseguró de que la estaba obedeciendo y disfrutando el panorama, apartó rápidamente a un lado la tela empapada para mostrar mi apertura sagrada en toda su rojez. Ella misma se encargó de acompañar ese gesto con un sonido de sorpresa, pues el panorama era muy sugerente. Con el tiempo que llevaba masturbando mi vagina consiguió extraer de ella lo que, jocosamente, llegué a pensar después que era mi primera papilla. En realidad se trataba de todo el flujo lechoso que consiguió cuajar con sus movimientos y que ahora rezumaban por todo el exterior de mi sexo llegando a tapar completamente mi ano. -�Dios Eva, eres una puta ninfa, nena�, volvió a regalarme al oído. La excitación de Lette se hizo tan relevante que decidió obsequiar mi sumisión con un clímax que procuró trabajarse con gran talento, frotando mi clítoris con la palma de una mano mientras pellizcaba una de mis areolas mamarias entre los dedos de la otra. Rápidamente comprendí cuál era su objetivo y permití que los temblores previos a mi descarga improvisaran los movimientos, justo hasta que mi grito largo y agudo precedió al chorro orgásmico que rebotó contra el espejo e hizo que me cayera del regazo de mi amiga, mientras en el suelo ...
    ... acababa de aliviar mis contracciones entre un charco tibio de lujuria. Ahora sí que estaba segura de haberme corrido. El resto del día, hasta la hora de la cena, permanecimos en su cama fusionando nuestros cuerpos e intercambiando los néctares que el frenesí sexual nos ofrecía en cada sesión. Aprendí a hacerle el amor a una mujer, a poseer sus agujeros con mis dedos y lamer los orificios que prometieran cualquier atisbo de exacerbación. Alternábamos el turno de nuestros juegos y nos ofrecíamos placer con una pasión desgarradora. Ese gran espectáculo resultó ser mi primera experiencia sexual con una mujer. Veintidós días después de mi llegada, la estancia en casa de Lette iniciaba su recta final. La experiencia estaba siendo toda una revolución en mis costumbres y tabúes. Yo todavía estaba muy verde en temas de prácticas amorosas y, por lo tanto, su promiscuidad y ausencia de prejuicios con los demás me estaban calando hondo. Aún no había consumado el acto sexual con ningún tío desde que llegué, pero mis escarceos nocturnos hacia la habitación de mi amiga, con cierta asiduidad, colmaban sobradamente mis necesidades fisiológicas genitales. Y amorosas. Pero Lette no estaba satisfecha con mi conformismo. Ella era consciente, porque así se lo había contado yo, que mi timidez con los tíos se convertía a veces en un impedimento para experimentar y compartir más a fondo mi sexualidad. Desde que mi primer novio me dejara, solo había tenido una experiencia posterior con un hombre. Y en ...
«12...678...14»