Fiesterita
Fecha: 25/01/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
La conocí una noche en un bolichito del Tigre un sábado de marzo. ¡Nunca creí que me costaría tanto encararla! Después de relojearla, de aprenderme las caras de sus amigos y los tragos que prefiere de memoria, de volverme un baboso sin causa cada vez que movía el culo con esas canciones ruidosas y de lograr un cruce prolongado de miradas, ahí recién me animé y le pagué un frizze. Le dije que me encantaba cómo se movía en la pista, que cuando sonríe es más bonita y, le pedí disculpas por bailar tan mal. Ella dijo: ¡no te preocupes pendejo, conmigo en la cama todos bailan bien!, y rio algo nerviosa. Luciana es bastante caracúlica, de gestos ampulosos, voz trasnochada y tendenciosa, ojos misteriosamente negros aunque con pocos vestigios de sinceridad; pelo semi corto negro, labios bien carnosos pintados de rojo fuego y unas tetas como para alimentar a una manada de leones en celo. Pasaron dos meses de coqueteo, hasta que una noche me apuró mientras bailábamos entre algunos manoseos: ¡ey boludo, ¿te vas a encamar conmigo sí o no? Si querés vamos a mi casa, que no vivo muy lejos!, dijo con sobrada actitud, me manoteó el bulto que ya me latía erecto, se tomó el gancia de un sorbo y, en menos de diez minutos estábamos en un taxi rumbo a su hogar. Durante el viaje se reía descarada, me re franeleaba, abría y cerraba las piernas abusándose de lo permeable de su pollerita negra, le hacía caras al tachero, me pasaba la lengua por el cuello, ¡y hasta peló una goma para entonces ...
... agacharse y fregarla contra mi carpa de macho listo para empomarla! Cuando llegamos ella se sacó los tacos en la vereda mientras yo le pagaba al tachero que me decía que tenga cuidado con las borrachas. Ella buscó las llaves, se quitó la tanga a la vez que abría y entramos chocándonos todo de pasadas porque no había luz. Me dijo: ¡Dale flaco, pelá la verga que quiero tragarme toda tu lechita ahora! Apenas lo hice se arrodilló en el suelo y se la introdujo con violencia en la boca para comérsela entre chupadas profundas, mordiscos dolorosos por momentos, lengüetazos obscenos a mis pelotas y una ola de gemidos encantadores. Acabé de una en su boquita golosa, y ella me carajeó por mi desenlace precoz mientras saboreaba la leche que le caía de los labios. Enseguida, apenas se recostó en el sillón proponiendo una cogida inolvidable se quedó dormidísima. Al menos tenía su mail y su celu, por lo que decidí irme a casa con la idea de llamarla otro día y ver qué onda. Pero no hizo falta. Luly me llamó cuando yo almorzaba en familia para invitarme a tomar unos mates a su humilde morada de paredes sin revocar, con una ventana sin vidrio y unos pocos muebles bastante desordenados. Terminé el último canelón, me bañé y partí hacia allá. Llamé a su puerta y ella me hizo el honor de su presencia en remerita roja y bermuda de jean, con cara de sueño y sin mediar palabra. Entramos, ella puso la pava a calentar, compartimos un cigarrillo en silencio, abrió unas galletitas y, en breve, de una pieza ...