1. Mi particular noche de bodas


    Fecha: 29/01/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... antes de la hora de la boda, y como suele ser habitual en estos acontecimientos, estuvimos saludando a los conocidos y charlando en la puerta de la Iglesia. Me presentaron a un grupo de amigos de Bea y Miguel que yo no conocía, con los que estuvimos charlado animadamente. Había en el grupo un par de chicos que parecían interesantes y que no levantaron el ojo de mí en todo el tiempo. Bueno, ya veríamos, cada cosa a su debido tiempo. Entramos en la Iglesia cuando llegó Miguel, y estuvimos esperando a Eva unos diez munutos hasta que apareció ella, blanca y radiante, como mandan los cánones. Estaba especialmente guapa, con un vestido de corte medieval y un maquillaje y un peinado que sacaban todo el partido de su bonito rostro (Bea es de por sí, muy guapa, con grandes ojos verdes, gruesos labios y una carita muy atractiva y juvenil). La ceremonía transcurrió con normalidad, y a la salida se lanzaron los correspondientes kilos de arroz. Una hora después comenzaba el convite, que iba a tener lugar en una finca a las afueras de Madrid, así que Eva, su primo y yo nos montamos en el coche y salimos hacia allí. Cuando llegamos, ya estaba allí buena parte de los invitados, y se había comenzado a servir el coktail en unos bonitos jardines a la entrada del salón. Me serví un vino, que se acompañó con jamón y toda suerte de canapés. Me junté con el grupo de Eva y sus primos, y nos colocamos de pie, en torno a una mesa alta para dejar las copas y las raciones. En frente de mí estaban los ...
    ... amigos de Bea y Miguel, incluidos los dos chicos que no me levantaban ojo de encima. Una de las veces que levanté la mirada, cazé a uno de ellos mirándome, que lejos de avergonzarse, me levantó su copa a modo de bridis. Divertida, y por qué no decirlo, halagada, levanté mi copa hacia él y le obsequié con una sonrisa, al tiempo que le guiñaba un ojo. Eduardo, que así se llama él, se dió por aludido, ya que cuando me separé de mi grupo para ir a rellenar mi copa, me encontré con que se había puesto tras de mí en la cola que se había formado en la barra. Establecimos una conversación trivial, que me permitió fijarme mejor en él (él también aprovechó para fijarse mejor en algunas partes de mí, aunque hay que reconocer que lo hizo con gracia y disimulo). Tendría más o menos mi edad, y no era especialmente guapo, pero había algo en su rostro y en sus ojos que lo hacían muy atractivo. Tenía una mirada de esas que tanto nos gustan a las mujeres, profunda, penetrante y atrayente, de la que te vas detrás casi sin querer. Físicamente me pareció aceptable, un poco más alto que yo, delgado y fuerte, pero sin llegar a "musculitos". En general estaba bien. Pedí otro vino y me retiré, no sin que antes quisiera brindar conmigo "a salud de los novios" ni conseguir que me comprometiese a bailar una pieza con él tras la boda. Quiso la casualidad (o quizás no lo fue) que me hubiesen colocado en una de las mesas del grupo de amigos, y aunque Eduardo estaba en otra mesa, al ser todos de la misma ...
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