El amor después del Apocalipsis
Fecha: 15/09/2017,
Categorías:
Incesto
No Consentido
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... caminando de un lado a otro. Así que bajé corriendo y le hice un gesto a Edu, como afirmando que no había peligro. – está todo bien. -dije después, dirigiéndome a Laura. Edu abrió la puerta, agarró a la mujer del brazo, la hizo entrar, y cerró enseguida. Estaba toda sucia y parecía que no se había bañado hace días. Era joven, y a pesar de su aspecto, a través de la mugre y de la ropa deshilachada pude notar su gran atractivo. - Hola, ¡gracias, me salvaron! - dijo, y se largó a llorar. – perdón, es que perdí a mi marido hace poco. - No tenés que disculparte por llorar. – Le dijo Edu, siempre tan amable. Yo creí ver los celos reflejados en los ojos de mi hermana. La invitamos a cenar, a pesar de que ya habíamos comido. Después fue a bañarse y se vistió con unas ropas que estaban en el placar de los ex dueños de casa, y que a Laura le quedaban grande. Mi primera impresión no fue equivocada, era una mujer hermosa. En esas circunstancias cualquier hembra me hubiese atraído, por lo que tener frente a mí a una verdadera belleza me había dejado atónito. Se llamaba Isabel, era una salteña morocha, el pelo bien negro, con treinta y tres años muy bien llevados. Se había puesto un vestido negro que le quedaba perfecto. No llevaba corpiño, seguramente porque no tenía y en casa ya no había, por lo que el pezón se marcaba sobre la tela. El culo no estaba nada mal, se lo veía bien parado, y las piernas largas, muy sensuales. Hace mucho que no teníamos visitas, y por eso, fue el centro de ...
... atención durante toda la noche. Nos contó que desde el ataque vivía con su marido en Dorrego, y que la última vez que salieron a buscar provisiones, había tropezado, y había caído en un pozo que estaba en una esquina, rompiéndose el cuello. La municipalidad estaba realizando, antes del ataque, una obra que nunca concluyó, y el precio fue la vida del marido de Isabel. Me pareció una forma tonta de morir, pero lo cierto era que los muertosvivos eran el peligro menor. La escasez de alimentos, de electricidad, y la desconfianza que existía entre las personas, eran las que se llevaban más vidas. También me asombró lo cerca que estaban de nosotros. Dorrego quedaba a apenas tres kilómetros de nuestro barrio, y aun así nunca nos cruzamos con ellos. Así de alejados estábamos las personas. - Mientras lo lloraba a Ricardo, sin darme cuenta, se me hizo de noche. – dijo Isabel. – y vieron que está tan oscuro afuera. Pero quédense tranquilos que mañana me voy. - No hace falta, te podés quedar todo el tiempo que quieras. – Dijo Edu, y Laura lo fulminó con la mirada. Yo no culpaba a Edu. A pesar de acostarse con Laura, ver a una mujer como ella, después de tanto tiempo, era excitante. Y si él estaba medio embobado, yo estaba enamorado. En realidad, estaba muy caliente, pero me hice creer a mí mismo que amaba a esa mujer desvalida que acababa de conocer. - Bueno, no hay problema, podés dormir en el sofá. – Dijo Laura, a regañadientes. - De ninguna manera. – contradije yo. - te quedás en mi ...