Beatriz (II)
Fecha: 01/02/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Esta es mi segunda entrega, cuando releí la primera me pareció bastante sosa, pero tenía que presentar mi historia, que es real.Luego de aquel colega médico me resolví a gozar del sexo sin compromiso, miré a mi alrededor y vi muchos hombres dispuestos, tenía apenas que elegir. Trabajaba en una repartición semi pública por la que pasaban muchos machos bien plantados, le apunté a uno, menor que yo unos tres o cuatro años, que me miraba con insistencia; no soy una beldad: alta, poco busto, caderas amplias buenos muslos y piernas algo chuecas, se destaca un gran culo, algo achatado y caído. Pero me vestía, y lo sigo haciendo en forma bastante sugerente: polleras cortas con gran tajo a un lado que permiten mostrar, cuando una quiere, todo lo que quiere mostrar; corpiños que me destacaban lo poco que tengo, mostrando la parte superior de las tetas y dejando el resto a la imaginación del que mira.Al tipo en cuestión, médico también, le dedicaba mis mejores cruzadas de piernas y agachadas para buscar algo de modo que mi blusa se abriera lo suficiente, siempre llevo desprendido algún botón de más. Cuando hablábamos ponía mi voz más dulce insinuando que me agradaban las boludeces que me decía, sabía que lo tenía en la red.Una tarde salimos antes de hora para tomar un café afuera del laburo, lo seguí provocando, ya con desvergüenza, hasta que me confesó que yo le gustaba. Julio, llamémosle así, divorciado con dos hijos, se sorprendió, o se hizo el sorprendido cuando le dije que ...
... también me gustaba. Los dos libres y sin compromisos no teníamos mucho que pensar. Nos fuimos a un telo lejano al lugar de trabajo, no convenía que alguien conocido nos viera; en el viaje fui palpando su pija que estaba durísima, ya había perdido todas mis inhibiciones y recato, quería coger bien; entramos con su auto a la playa de estacionamiento desde la que se accedía directamente a la habitación, el guacho ya conocía el lugar.Una vez en el reducto de placer, y convenientemente cerradas las puertas con llave, nos prendimos en un beso de lengua para la historia. Él empezó a amasar todo mi cuerpo mientras yo lo tanteaba a través del pantalón. Nos quitamos los sacos y volvimos a prendernos en una franela atroz, me desabotonaba la blusa mientras yo hacía lo mismo con su pantalón. Fui más veloz y le bajé de un saque su pantalón y calzoncillo. El tacto no me había engañado: tenía una hermosa pija, gorda y larga, llena de venas azules. Me arrodillé y empecé a mamarla agarrada de su culo para que no se me escapara, deslizaba mi lengua por el tronco, por los huevos, y de golpe me la ponía toda en la boca, él de pie se estremecía y se contorsionaba, lo que me indicaba que iba por el buen camino. Cuando lo sentí re caliente redoblé el trabajo con mi lengua en su glande y me tragué toda su pija chupando con frenesí mientras me metía tres dedos en la concha que ya estaba hecha una sopa. Acabamos juntos, mi boca se llenó de su leche, la escupí todavía no estaba acostumbrada a tragar leche, ...