1. Deseo anónimo: Primera parte


    Fecha: 03/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... mí aquellos pensamientos, y con paso decidido caminé hasta que llegué a ti. Estabas sentado en un columpio dando la espalda al camino por donde yo llegaba, creo que ya habías perdido la esperanza de que apareciera. - “Asier” – te dije a modo de pregunta, al notar que te habías sobresaltado, seguí diciéndote - “Siento el retraso”. Tú te limitaste a darte la vuelta y te encontraste con mi más dulce sonrisa, sabía, que no podías resistirte a ella y jugaba con ello. Me miraste directamente a los ojos y me sonreíste, gesto, que ambos sabíamos que significaba que “era superior a tus fuerzas”. Eso simplemente me erizó la piel. - “Estas muy guapa, Soraya” – me dijiste y te acercaste a mi suavemente para darme dos dulces besos en las mejillas. Soy bajita, y eso unido al hecho de que tengo unas caderas pronunciadas, no muy exageradas, pero tengo caderas, hace que los pantalones no me terminen de sentar todo lo bien que desearía. Además sabía lo mucho que te provocaba una mini falda que dejara espacio para la imaginación, así que opté por ponerme una de tela fina y de color verde oscuro que me cubría hasta la mitad del muslo, dejando ver mis piernas ya morenas por los tantos días de piscina. Acompañando a la falda, me había puesto una camiseta negra básica, está mal que yo lo diga, pero siempre he pensado que me quedan geniales, se ciñen a mi cuerpo marcando las curvas que tengo, pues tengo un pecho bastante generoso y cintura estrecha y al tener caderas, me salen unas curvas muy ...
    ... evidentes. Y sabía, que ponerme algo que las marcase te volvería loco de deseo. Y para rematar, había escogido unas sandalias negras de cuña bastante alta, ya que en algunas de nuestras conversaciones, me habías dicho lo mucho que te ponía ese tipo de calzado. Tardamos poco en romper el hielo, una vez perdida la vergüenza del primer momento, gracias a tus bromas. Así fue pasando la tarde, mientras paseábamos por la ciudad contándonos como nos había ido estos últimos días en los que no habíamos tenido mucho contacto. Ambos sabíamos cómo terminaría el día, el brillo de nuestros ojos al mirarnos nos lo dejaba entrever, pero ninguno nos atrevíamos a dar el primer paso, ninguno de los dos era capaz de decir en palabras lo que nuestros ojos se decían. Nuestro paseo terminó sentados en un banco cercano a un parque infantil hablando de cosas banales, y entre bromas, me retaste a tirarme por el tobogán, sabías que enseguida me picaba y te aprovechaste de ello. - "Como cría que eres deberías estar subida en los columpios" – me decías al oído – "venga, sube al tobogán que yo te recojo cuando caigas, como a los niños". Tus palabras lejos de picarme, me sonaron provocativas. En aquel momento, te miré a los ojos y te sostuve la mirada humedeciendo con la lengua mi labio superior, y tras unos segundos me levanté y salí corriendo hacía el tobogán. Tú me seguías con una pícara sonrisa, llevaba falda y sabías que al subir las escaleras del tobogán, algo verías. Y así fue, te colocaste detrás de mí y ...
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