Ninfa Seminal - Relatos Eróticos

Ninfa Seminal

... descanso. Un gran camión de mudanza se estacionó en la banqueta de la casa de enfrente. En cuanto se bajaron los sujetos de la mudanza, abrieron la puerta de la casa que tenía unos meses en venta, y descargaron  todos los muebles y cajas. Se tardaron al rededor de 40 minutos en vaciar el gran camión, y una vez terminaron, así como llegaron, se fueron.

Un poco espectante por el acontecimiento, tenía un poco de curiosidad por quienes llegarían al vecindario, pero después de un rato, no pasaba nada, así que decidí volver a lo que hacía y disfrutar los últimos instantes de tranquilidad antes de que llegaran mamá y Dalia.

Pasaron como unos treinta minutos más y para eso ya iban a ser las 6 de la tarde, cuando del interior de la casa las escuché llegar. Como siempre, discutiendo por alguna prenda que Dalia quería comprar y mamá no le permitía.

Dejé mi tranquilo refugio para sumirme en bulliciosa vida familiar de nuevo.

Después de cenar, subí a mi cuarto, el cual tiene vista al frente de la casa y por la ventana pude ver que la casa de enfrente ya estaba iluminada.

En ese momento me encontraba en penumbras, eran las 8:40 de la noche el sol se ocultaba por detrás de mi casa, por lo que la poca luz solar iluminaba de frente a la casa que nuevamente se veía animada.

Desde ahí me dí cuenta que había un auto negro en la entrada de la cochera, se veía nuevo y de esa casa salieron dos mujeres muy hermosas, casi tanto como mi mamá y Dalia, pero eso sí, más tetudas ...

... y culonas, con unas cinturas de avispa que más parecían una exageración de caricatura erótica que mujeres reales.

Entraron en el vehículo y ya no las volví a ver hasta mucho tiempo después.

Por alguna razón que no sé explicar, no encendí la luz de mi cuarto, me daba mucha cuirosidad saber quien se había mudado al frente de mi casa.

Pasó un rato, no se cuanto, ya me estaba durmiendo en la ventana. Y sucedió, el cuarto de arriba de esa casa se iluminó y en su interior la ví por primera vez. Se adueñó por completo de mi atención y de mis instintos.

Era una mujer visiblemente alta, parecía tener al menos unos 45 años de edad, pero definitivamente era una MILF, preciosa en cada aspecto. Su cabellera pelirroja y lacia era bastante larga, más que la de Dalia, sin problemas tocaba el piso y lo arrastraba un poco, su piel era blanquísima, parecía porcelana. Aunque sólo podía apreciarla en lo superficial por la distancia, aún así me parecía la mujer más hermosa que he visto.
A la vista, era delgada, sus tetonas eran las más grandes que había conocido hasta ese momento, mínimo unos 135 EE, cintura estrecha y un culazo enorme, unos 140.

Al parecer esa iba a ser su habitación, porque se fue quitando primero el paliacate negro que llevaba en el cabello para sujetárselo en una cola de caballo. Se desabotonó la blusa, dejando ver su brassier rojo con encaje negro. Todo ello mientras caminaba por la habitación buscando lo que necesitaba entre las cajas que ahí habían ...