El fetiche de mis bragas olorosas
Fecha: 21/02/2018,
Categorías:
Fetichismo
Infidelidad
Autor: chicapervertida, Fuente: CuentoRelatos
... cabeza entre sus manos con desesperación. Yo entendía lo que estaba pasando. No tenía que explicarme nada porque todo lo relacionado al sexo yo ya lo intuía plenamente; así que al verlo allí, completamente afectado con un niño indefenso, me produjo una ternura que selló mi relación con él para el resto de mi vida. -No te preocupes tío –le dije mientras me acercaba a su lado-, no le pienso decir a nadie nada de lo que tú yo hacemos. Él levantó la cara y me miró con los ojos anegados de lágrimas y me respondió «¿De verdad puedo confiar en ti?». -Tú eres la persona que yo más quiero en el mundo- le respondí –nunca haría o diría nada que te perjudicase. Pero tienes que decirme por qué estabas oliendo mis bragas –y lo miré con una sonrisa de picardía. -¡Ay Sajar! –Exclamó con un suspiro- este juego entre tú y yo me está volviendo loco. No sabes la tortura que es para mí cada vez que me pides que te huela los pies. Ya estoy obsesionado con su olor, bueno, con todo tu olor, así que no pude soportar la tentación de conocer como hueles ahí abajo, por eso urge en el cesto de tu ropa sucia, buscando alguna de tus braguitas. ¡Por favor no puedes decirle a nadie esto!, ¡te lo suplico! Su respuesta despertó en mí una sensación desconocida. Me sentía a plenitud. De hecho, me hacía feliz oírle decir que se moría por mí. -¿Pero entonces te gusta mi olor? –le pregunté con evidente intriga. -¡¡Sí!! –Respondió sin pensarlo dos veces-, es lo más divino que he olido en toda mi vida. ¡Me está ...
... volviendo loco el olor de tus bragas, Sajar! Su respuesta fue tan honesta me hizo vibrar. Sentí un vacío en el estómago aún más intenso que las otras veces que me había acercado a él y una intensa piquiña se apoderó de mis genitales. No lo pensé mucho y me dejé llevar: -¿Te gustaría olerme allí abajo tío? –le pregunté tímidamente... Volví al presente cuando la copa que estaba sirviendo se rebosó y el vino se vertió al suelo salpicándome los pies. El recuerdo de ese episodio me tocó la fibra emocional pero también me llevó al límite de mi excitación. Recordé que mi cuñado me aguardaba en la sala y regresé de inmediato con mi cometido. Le extendí una de las copas y luego de que la tomó, eché mano a mi bolso y saqué uno de los porros que había liado de camino a casa. Lo encendí y me senté en el sofá justo frente a él. -¡Bueno! –Exclamé-, no ha pasado nada; pero eso sí, por favor devuélveme mi braga- le dije riendo. Mi cuñado se ruborizó y de inmediato echó mano a su bolsillo y sacó mi hilo. «¡Con la sorpresa que me diste debí haberlo ocultado en mi bolsillo de forma inconsciente, Sajar! ¡Aquí está!» y me la extendió. Yo lo mire divertida, escrutándolo de arriba a abajo. -¿Te gusta cómo me huelo el coño, no? –le increpé con malicia y solté una carcajada. El rio y se llevó la copa a los labios, bebió en abundancia y al colocarla sobre la mesa me miró a los ojos y me dijo: «no solo el coño te huele divino, Sajar, ese olor a culo es una delicia» y rompió en una carcajada. «Gracias por ...