Jorge, el novio de mi hermanita
Fecha: 24/02/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... innumerables ocasiones he estado contemplando el mar ensimismada durante horas. Laura me había preguntado, algo azorada si me parecía mal que durmiese en la misma habitación con su novio. Le tranquilicé diciéndole que ya tenía edad para acostarse con su novio, y que no iba a ser yo quién se escandalizase por eso. Al fin y al cabo yo también he tenido novio y también me he acostado con él desde que tenía 19 años. En mi condición de hermana mayor, elegí la mejor habitación, con un gran ventanal mirando al mar. Jorge y Laura se acomodaron en la habitación contigua a la mía, la que siempre habíamos compartido, y Luis y Ana, la otra pareja se quedaron con la tercera. Esa primera noche transcurrió tranquila, cansados del viaje y del acomodo, nos fuimos pronto a dormir, tras salir un rato después de cenar a tomar un helado. El día siguiente era viernes, y se notó la afluencia de domingueros de fin de semana, pues la playa estaba a rebosar. Pasamos el día en la playa, y ya entonces pude comprobar cómo mi mirada se dirigía más de lo necesario al cuerpazo que lucía Jorge, moreno y fuerte, algo más musculoso de lo que había observado en otras ocasiones, pero sin resultar exagerado. Tampoco él me dejó de lado, y aunque con disimulo, intentando que ni Laura ni yo nos diésemos cuenta, en un par de ocasiones vi por el rabillo del ojo cómo su mirada se posaba sobre mi cuerpo, más exactamente sobre mi pecho, que apenas era contenido por los pequeños triángulos de mi biquini. Tampoco quise ...
... darle más importancia, sobre todo porque reconozco que es difícil contenerse en echar una mirada a unos pechos mojados cuyos pezones se perfilan contra la tenue tela de un biquini blanco y, por qué no decirlo, poco pudoroso. Para no pecar de falsa modestia, debía estar bastante sugerente con mi nuevo biquini, con un sujetador que apenas lograba contener mis pechos, una braguita que cubría sólo lo imprescindible y que luchaba por meterse por la ranura entre mis nalgas y una leve telita que al mojarse se adhería a mi piel apenas escondiendo mis encantos. Inconscientemente estaba ya entrando en un juego de seducción y provocación que habría de desembocar en lo inevitable. Esa noche salimos a cenar fuera, y después de tomarnos un helado, decidimos acercarnos a los bares del paseo marítimo a tomar una copa y a bailar un poco. Yo me había puesto una falda de flores con mucho vuelo que me cubría hasta por debajo de la rodilla y una camiseta de punto, que sin ser escotada, se ajustaba bastante a mis formas, de modo que lucía tipo, pero sin incitar mucho. La reina de la noche fue mi hermanita, que embutida en unos pantalones pesqueros azules que dibujaban la perfección de su trasero, con sus pechos encorsetados a presión dentro de un wonder-bra y con una camisa roja y semitransparente que llevaba abierta un par de botones más allá de lo que resultaba decoroso. No dejó de mostrarse encantadora y sensual con su Jorge toda la noche. Jorge no pareció reincidir en sus lividinosas miradas ...