Jorge, el novio de mi hermanita
Fecha: 24/02/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... hacia mí, mostrándose encantado de ir acompañado por una chavala que se constituía en el centro de todas las miradas. Como buen macho marcando su territorio no dejó pasar ninguna oportunidad de besar y manosear a mi hermana, como diciendo, ¡esta es mi chica, qué pasa!. Luis y Ana, a los que no conocía resultaron ser unos muchachos encantadores, bromistas y siempre riendo. Ana era normalita, guapa, pero sin resultar llamativa, y Luis tiraba a feúcho sin ser desagradable. Lo pasamos bien, bebiendo, riendo y bailando. Un par de veces se me arrimó algún "conquistador", pero no tuve muchos problemas para quitármelos de encima. Pasadas las tres y media decidimos que era hora de retirarnos a casa. Al llegar a casa nos fuimos rápidamente a la cama sin preámbulos. Ana y Luisa pretendían ir al día siguiente a visitar un célebre mercadillo callejero que se montaba en un pueblo a pocos kilómetros, y no podíamos levantarnos demasiado tarde. Al desnudarme no pude evitar pensar que yo sería la única que dormiría sola esa noche en la casa, sin nadie a quien abrazar, nadie que me besase o contra quien acurrucarme. La noche era de auténtico bochorno, por lo que ya intuí que no iba a ser fácil pegar ojo. Me pregunté qué estaría ocurriendo en ese momento en la habitación de al lado entre mi hermanita y Jorge, pero inmediatamente desistí de mantener ese pensamiento en la cabeza. Intenté dormirme, pero el calor no estaba dispuesto a permitírmelo. Di muchas vueltas en la cama, y acabé completamente ...
... empapada de sudor. En la habitación de al lado se oían pequeñas risitas ahogadas, y de repente un pequeño pero agudo chillido de mi hermana, cortado de raiz. Imaginé que Jorge le habría tapado la boca. Diez minutos y un millón de vueltas más tarde decidí salirme un rato a la terraza, a tomar un poco el fresco y a fumarme un cigarrillo. Al salir de la habitación pude escuchar cómo en la habitación de Luis y Ana sonaba y ligero ronquido de varón, y por debajo de la puerta de la habitación de Laura se veía un leve resplandor, fruto sin duda de la lámpara de la mesita. En ese momento no se percibía más sonido en la casa que el de los ronquidos de Luis. Me senté en una tumbona de la terraza y encendí un cigarrillo. La suave brisa marina no tardó en refrescar mi cuerpo semidesnudo, cubierto tan solo por unas braguitas y una camiseta interior. Mis pezones no tardaron en ponerse duros por efecto del aire húmedo de mar adentro. Fue entonces cuando oí detrás de mí un sonido, callado pero inconfundible, la profunda respiración de un chico. La ventana de la habitación de Laura daba a la terraza, y de ahí era de donde procedía el sonido. Me giré despacio, y sigilosamente me acerqué a la ventana, que estaba entreabierta. A pesar de tener los visillos echados, la tela era tenue, y la luz de la mesita permitía apreciar con bastante claridad lo que sucedía dentro de la habitación. La profunda respiración procedía de Jorge, que tumbado sobre la cama presentaba un rostro desencajado de placer. ...