Me cogí a mi profe
Fecha: 26/02/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... fregándose en ella hasta que sus chorros de semen me empaparon gravemente. Yo me moría por degustar el sabor de su leche madura y suculenta, pero sabía que debía tener paciencia. Recuerdo que ese día ni me cambié la bombachita. Más adelante me toqueteó en el laboratorio por debajo de la ropa, y cuando llegó a mi mitad me clavó dos dedos en la chuchi para moverlos con una agilidad que me ponía de los pelos de tanta calentura mientras me juraba que no podía contener las ganas de garcharme, y los lamimos juntos ni bien acabé. La mañana siguiente me pescó después de hora leyendo a Neruda en la biblioteca para literatura, y como vio que solo estaba la secretaria comenzó a retarme por una supuesta mala nota. En cuanto la mujer se fue me hizo agachar para mamarle hasta los huevos. Estuve largo rato atragantándome de pija, lagrimeando de felicidad y jadeando como enfermita de sexo, entre arcadas ruidosas y mi pecho en éxtasis por su sabor a macho en mi boca, engullendo sus bolas sin piedad y arañándole el culo para que me coja más y, oyéndole decir: ¡así putita reventada, chupala toda, tragala nena, te gusta mamar pija viciosa! Hasta que me la quitó de golpe, me sentó en una sillita giratoria y me ordenó que me masturbe, ni bien terminó de sacarme las zapatillas, el jogging y mi tanga roja, la que entretanto olía enloquecido. Todo hasta que su pene disparó un río de lechita entre mis manos, la que quiso que me esparsa por la cara sacando la lengua, y luego me olía la boquita. Otra ...
... vuelta me llevó al baño para filmarme haciendo pis en cuclillas mientras yo le saboreaba las bolas pajeándolo rapidito, y en cuanto comencé a morderle el costadito del glande gimió con impaciencia. Allí me la instaló en lo hondo de mi garganta para cogérmela inflando mis mejillas con su erección. Golpeaba mi cabeza contra la pared, me estremecía la sangre con sus pellizcos a mis pezones, presionaba mi nariz como sonándome los mocos y desgarraba mi razón con sus insultos. Hasta que su lechita fue mía mientras el timbre anunciaba el fin del recreo. No saben lo rica y espumosa que le salió esta vez, y cómo me cargaban las chicas por el olor a pipí de las gotitas que me salpicaron en plena mamada! Aquella vez me exigió queel próximo martes asista al colegio con pollera y sin bombacha, y me hizo bailar mientras me arreglaba la ropa, y su cámara era mi dulce tortura. Lo hice, y finalmente me tubo parada como 20 minutos en el patio con una teórica penitencia para que el viento me suba la pollera y se me vea todo. En cuanto el timbre devolvía a los chicos a sus aulas corrimos a un salón desocupado, donde mientras nuestras lenguas se amaban en su boca intercambiando saliva y pasión, metía y sacaba su índice de mi vagina para lamerlo, diciendo que le calienta mal que la tenga peludita. De repente me hizo ponerle un forro con la boca, me tumbó sobre una mesa mugrienta, se me trepó y sin un solo cuestionamiento me la enterró de lleno en la concha, moviéndose felino, rabioso y acelerando a ...