El chapero del bar
Fecha: 01/03/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
El chapero del bar Yo tenia entonces 28 años y hasta aquel momento solo tenia experiencia de pajas en los cines X y alguna mamada que otra, pero siempre que alguien había intentado penetrarme lo había tenido que dejar pues el dolor superaba al placer, y eso que en los primeros momentos me derretía de gozo sintiendo un capullo rozándome la entrada del culo y notando cómo comenzaba a entrar, pero cunado intentaban seguir era imposible. Fue en Madrid, en un viaje de trabajo (viajaba bastante), por la noche después de un día de aguantar tíos plastas, me decidí a ir a un bar de ambiente de esos que tienen sala de video porno y cuarto oscuro. Elegí uno casi al azar de una guía gay y allí me fui. Estaba sentado en la sala de video, cuando una voz me preguntó si podía sentarse en la mesa pues estaba todo lleno. Separé la mirada de la pantalla y me encontré con un tío buenísimo: joven, alto, cachas pero sin pasarse, con la piel ligeramente tostada, pelo largo castaño, ojos claros y marcando un paquete que te hacia la boca agua. Acepté sin dudarlo y se sentó a mi lado. Al rato nos presentamos y empezamos a hablar comentando la película. En eso noté su mano sobre mi muslo, en la película un negrazo se follaba a un rubio que a su vez le estaba mamando la polla a otro tío. Acercó su boca a mi oreja y rozándola levemente con los labios me preguntó: - ¿Quien te gustaría ser en ese momento?. Un escalofrió recorrió mi cuerpo y mi polla se puso más dura de lo que ya la tenía. - El rubio de ...
... en medio. Le contesté yo. - Pero soy virgen, nadie ha conseguido follarme todavía. - ¿Quieres que vayamos a mi casa y lo intentemos? Vivo justo enfrente. Me dijo el. En ese momento pensé que allí había algo que no era normal. No podía creerme que un chaval como ese, que podía tener a sus pies a todo aquel que quisiera, me propusiera a mí irnos a la cama juntos. Y entonces me di cuenta de la situación. - ¿Esto lo haces por dinero, verdad? Le pregunte tímidamente. - Si. Me dijo directamente y sin justificarse, como otros habían hecho otra veces. - No gracias. No me gusta pagar por follar y además con mi experiencia seria tirar el dinero. Soy virgen porque nadie ha conseguido penetrarme. Añadí yo, explicándole la situación. - Si no consigo follarte o no te gusta lo que te hago, no te cobraré nada. Fíjate si estoy seguro de cómo la vas a pasar. Yo estaba cha hondísimo, él estaba buenísimo y la oferta era de lo más tentadora. Axial que acepté. Subimos a su casa, me llevó a la habitación y empezó a desnudarme mientras me besaba y me lamía todo el cuerpo. Luego se desnudo él lenta y provocativamente: primero la camisa dejando al descubierto su torso; luego, poco a poco y moviendo sensualmente las caderas, los pantalones ajustados dejando ver el tanga blanco y ajustado que apenas tapaba y sujetaba su abultado paquete y resaltaba sobre su piel morena. Cuando lo vi desnudo, el panorama que apareció era mucho mejor que lo que en la semioscuridad del bar había podido adivinar. Se quedo ...