Mi primer trabajo
Fecha: 18/09/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... cualquiera a delirios furtivos y exquisitos. Cada día, con el sopor del almuerzo a cuestas, me retiraba a mi dormitorio y me gustaba fantasear con aquella mujer acariciando mi pene poquita a poco hasta que daba espasmos con mi pelvis y mi semen afloraba a presión para quedarme dormido después con el gusto apacible de haber tenido un orgasmo a su salud. Cierto día el trabajo de la mañana fue agotador, cuando llegué a la casa Luisa había almorzado ya, teniendo en cuenta que era las cuatro de la tarde. Un calor abrasador se descolgaba del cielo agosteño mientras en la penumbra de aquella sala Luisa platicaba conmigo recostada en un aparador. Se mantuvo de pie, con sus piernas cruzadas y apoyada en el mueble cuya arista se hundía en su culo y resaltaba por arriba sus exquisitas nalgas. Vestía un bata muy fina y escasa que abrochaba por delante y dejaba ver su piel entre un botón y otro, porque ella se las ingeniaba para arquear su cuerpo y que resultase la tela ajustada; a nivel de la cintura, entre dos botones vislumbré el triángulo blanco de su braguita, oscurecido tal vez por la mata de pelos que albergaba entre sus piernas; ella era una pura sonrisa mientras hablaba. Yo me estaba parando de verdad, no podía dejar de pensar en lo riquísimo que sería hacerlo con ella, Luisa se daba perfecta cuenta y adoptaba posturas cada vez más insinuantes, más provocativas. Decidió sentarse y al hacerlo cruzó las piernas de manera que dejaba ver toda la cara posterior de su muslo derecho, ...
... terso, con una sutilísima irregularidad de su piel por la celulitis incipiente que más que afearla la hacía aún más apetecible. A mí me caían gotas de sudor por la frente, mientras mi paquete se abultaba de forma tan brutal que tenía serias dificultades para disimularlo. Notando mi nerviosismo, hizo un movimiento con las piernas disimulando adoptar una postura natural pero el resultado fue darme a ver otra parte de la piel de sus muslos que antes estaba oculta. Yo estaba deseando de terminar mi comida ante la idea de masturbarme antes de dormir la siesta. Ella calló por unos momentos y me miró fijamente devorándome con sus ojos hasta que emitió un suspiro angustioso, para decir - Hoy estoy regular sólo, no parece que me encuentro yo muy bien -¿Qué le pasa? interrogué simulando interés científico - Pues no sé, hace tiempo tengo trastornos con el periodo, lo mismo se me adelanta que se me atrasa, y a veces siento a especie de punzada en una ingle, pero muy leve. Mi marido me dice que vaya al médico pero yo no creo que sea para tanto. Aquellas palabras sonaron como un redoble en todo mi cuerpo, cuando me percaté que se me estaba ofreciendo la oportunidad de ver y palpar el cuerpo de aquella mujer, semidesnuda, una especie de hormigueo me recorría de la entrepierna y los testículos y me subía por el abdomen hasta oprimirme el pecho. Casi con voz temblorosa ante la incertidumbre de la respuesta sugerí: - Si le parece bien, puedo echarle un vistazo, al menos las causas más graves de ...