La isla de los placeres mortales (Enter the Dame) En 120.0
Fecha: 07/03/2018,
Categorías:
BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... dejar de igual forma que lo hagan con ella hasta donde pudiera controlar el ímpetu de estos fogosos admiradores durante los minutos de descanso, antes de proseguir con el tercer asalto. La chica morena estaba ataviada con un diminuto y ajustado bikini rojo de los que usualmente se usan en este tipo de shows, la rubia contrincante con una desteñida tenida de color amarillo, la que al parecer no era de su talla, en el entretanto el árbitro se ocupaba de poner en orden a los bulliciosos clientes, a la vez que hacía de interlocutor entre ellos y las chicas, los primeros haciendo solicitudes indecorosas y de mal (o buen) gusto, como de que manera proseguir con mayor descaro, a lo que las chicas les respondían con desvergonzadas respuesta y gritos, según ameritaba la situación. El ambiente se repetía cada noche en el club, las mismas muchachas, básicamente con la misma clase de parroquianos, salvo algo que rompía lo acostumbrado entre el público asistente aquella noche; había un espectador inusual, el que escapaba a la ralea de individuos que frecuentaba el local, ya sea en su comportamiento, en su apariencia y en su vestimenta. En la barra, estaba sentado un varón, que como ya se sabe, no era uno de los clientes habituales del Club, un francés llamado Pierre Dupont; de apariencia educada, bien vestido, de porte elegante, las sienes con un entrecano incipiente, y por supuesto con el característico acento galo, el que sobresalía en el lugar tanto como lo hace una mosca flotando ...
... en una jarra de leche, el que miraba como buscando en ocasiones algo o a alguien a su alrededor. El bullicio que se formaba en cada uno de los encuentros; entre el griterío, vítores del público y de los agudos improperios que se hacían las mujeres para estimular a los asistentes de un lado al otro, a lo largo y ancho del lugar , era totalmente ensordecedor, de tal manera que hasta los pensamientos eran silenciados por toda esta algarabía, lo cual era más o menos la típica función, condición que era del total agrado de la clase de personas que cada noche asistían al club, los que sin este acicate, además de otros, no sería tan atractivo ni entretenido para sus básicos requerimientos. El francés decidió retirarse a un apartado menos animado a un extremo del escenario, en donde se pudiera conversar, no sin antes encargarle al barman que le hiciera llegar una botella de champagne de la mejor calidad que tuviera y que también, le condujera hasta allí a una joven llamada Paula, que con seguridad preguntaría por él, agradeciéndole de antemano el encargo, depositó sobre la barra varios billetes con el retrato de Benjamín Franklin en el anverso de ellos. A Dupont se le había encargado la tarea de reclutar chicas alrededor del mundo para participar en encuentros muy privados de lucha femenina para un exigente público, para este efecto el francés se contactaba con los managers y participantes de los deportes de contacto, buscando otras alternativas en esta clase de clubes, las elegidas ...