El Curso
Fecha: 17/03/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
El curso Mi historia comenzó durante un curso que impartían en mi trabajo, uno de esos aburridos cursillos de empresa que hay que tragarse si no quieres que te pongan en la lista negra. Para variar me perdí y llegué tarde, todo ello sumado a mis pocas ganas de asistir, me puso de mal humor. Cuando llegué ya todos estaban sentados en su sitio, y el profesor dispuesto a empezar. Todos me miraron cuando entré por la puerta y para colmo apagué la luz sin querer. Entre risas examiné la sala en busca de un sitio donde sentarme. Solo quedaba uno, justo al final, en la esquina, al lado de una gorda que creo que se llamaba Paula. La recordaba de vista, de pasar por la oficina de un lado para otro, aunque no había hablado una sola palabra con ella. Me abrí paso entre la gente como buenamente pude y conseguí sentarme en mi sitio a trompicones. Cuando me senté, noté como mi compañera me dedicaba una agradable sonrisa, y yo le correspondí de la misma forma. Aquello hizo que me fijara un poco en ella. No era el tipo de tía que rompe, puesto que estaba demasiado gorda, pero no era fea, por el contrario tenía el pelo largo y rubio, iba bastante arreglada, unos ojos marrones claros y la piel morena, como recién salida de los rayos uva. Olía a perfume caro del corte inglés.Tiene estilo, no cabe duda, pero lo que más destacaba de ella eran sus enormes tetas, que se distinguían a través de su jersey ajustado. Aparentaba tener unos 35 años,quizá este casada, pensé. El curso duraba tooooodo el ...
... día, de modo que acomódense en sus asientos, señores que empieza la función. Creo que la primera hora trate de prestar atención y lo hice bastante bien para lo que esperaba, pero finalmente el aburrimiento se fue imponiendo. El aburrimiento y el dolor de espalda, puesto que las sillas eran de lo más incómodo, no paraba de dar vueltas en la silla para coger mejor la postura. En alguno de mis movimientos, debido a la proximidad, rocé la pierna de mi voluminosa compañera sin querer. No pasa nada, me dirigió otra sonrisa de las suyas y siguió escribiendo cosas en su cuaderno.Que poder de concentración tiene, si hasta toma apuntes, pensé. Sus manos se movían inquietas en la mesa cuando paraba de escribir, como acariciando el pupitre con la yema de los dedos.¿Y si la cogiera la mano?, probablemente te daría un codazo en las costillas, ATIENDE! Seguí en mi mundo particular, rezando porque el tiempo no pasara tan despacio cuando noté que mi compañera había apoyado sin querer su pierna en la mía. Un leve roce a la altura de la rodilla, pero no la había apartado en seguida, había dejado su pierna apoyada en la mía… ¿inconscientemente? Bueno, ya se que no es gran cosa, pero como no tenía mejor que hacer, me monté mi película a mi manera.Vamos a ver que pasa… Sigue igual, no se aparta. ¿Voy mas lejos?En ese momento el profesor avisó de que era la hora del descanso. Con lo que todos empezaron a salir al pasillo para estirar las piernas. Por último lo hizo mi compañera, y yo esperé que ...