Qué pasaría si... El Brujo Escarlata (2/3) - Relatos Eróticos

Qué pasaría si... El Brujo Escarlata (2/3)

... extrañamente vacío. Parte de él quería acomodarse junto a Clint y dormir un par de horas. Joder, eso sí que era cardio.

Cuando se volvió él y Clint se miraron, ambos sudados recuperando el aliento.

—¿Cuánto tiempo nos queda? —preguntó Max, empezando a hacer gestos con las manos, canalizando magia. La camiseta de Clint empezó a flotar y a recomponerse como si le estuvieran cosiendo seres invisibles.

—Diez segundos… ¡vaya! —exclamó mientras los trozos de su camisa se ceñían sobre su pecho y terminaban de coserse—. Esta como nueva. Guay.

Con otro movimiento Max se cambió de ropa con unos vaqueros, botas y una camiseta roja ceñida.

Clint le sonrió.

—Esto hay que repetirlo.

Max hizo otro gesto hacia los trozos de su pantalón en el suelo y estos desaparecieron junto a la corrida en la pared de la cabina contra la que Clint había estado follándoselo.

—Tenemos que volver con Steve —dijo Max— ¿Listo?

—Casi —dijo él.

Y cogiéndole la cara con las manos, lo beso.

Fue un beso suave, tranquilo, como si tuvieran todo el tiempo del mundo. La lengua de Clint se pasó en su boca y Max se dejó llevar, sintiendo como las manos del arquero se ponían suavemente en su cintura.

De pronto todo estaba tranquilo, y aunque debería estar preocupado porque Steve debía de estar esperándoles —más que unos minutos parecía que llevaban ahí una media hora— no tenía prisa, y cuando Clint se separó con suavidad Max pensó que se podrían haber quedado unos cinco minutos ...

... más.

—¿Preparado? —le preguntó Max a Clint.

Este asintió.

—Adelante.

Y deshizo la ilusión que había tejido a su alrededor, alrededor de la cabina.

El hombre de negocios acababa de subirse la bragueta cuando la puerta de la cabina se abrió. Se giró y vio a Clint salir, sólo, con una sonrisa propia de alguien que acaba de echar un buen polvo.

—Hola —le saludó, y fue hacía la puerta de entrada.

El hombre notó algo raro en su actitud, aunque no sabía decir qué. Se quedó ahí, mirando como se iba, como abría la puerta, y luego esta se cerraba detrás de él.

*---*

—Despejado —dijo Clint, aunque no hacía falta.

Max se volvió visible a su lado.

—El truquito ese —dijo Clint refiriéndose a la ilusión que había formado alrededor de la cabina para poder follar tranquilos— ha sido la leche. No sabía que podías hacerlo.

—Gracias. Yo tampoco lo sabía.

Clint sonrió mientras ambos empezaban a avanzar por el pasillo; ahora todo lo que había pasado le parecía incluso más excitante. El pensar que podrían haberlos pillado follando a tope en esa cabina… Imaginarse al Capitán abriendo la cabina pillándolos a los dos ahí dentro, en bolas, con su polla metida en el culo de Max. Él los habría mirado, aturdido y en parte enfado, y él le habría sonreído y le habría dicho, dándole una última embestida a Max «O te unes o cierras, Capitán».

Y él se habría metido ahí dentro con ellos para darle polla a Max y disfrutar de una buena fiesta de salchichas.

Lo morboso de la ...