Otra vez, descanso obligatorio en lunes
Fecha: 16/04/2024,
Categorías:
Hetero
Infidelidad
Intercambios
Autor: Mar1803, Fuente: SexoSinTabues30
Como es mi sana costumbre sexual, el fin de semana me dedico a ordeñar a mi marido y llenarme el cuerpo de su lefa para acudir el lunes con mi amante para que me limpie con la lengua el cuerpo y saboreé el atole que le gusta. El martes voy a atender las necesidades sexuales de Amador, amante cariñoso que conseguí hace cuatro meses.
El domingo salí temprano de casa para ir a misa, después de haber dejado tendido a mi esposo al darle una mamada en la que extraje algo de leche, no micha porque ya lo había ordeñado desde el viernes en la noche, y el sábado todo el día. Como otros domingos, no llegué a entrar a la iglesia pues Amador me estaba esperando para que yo le ayudado en su momento sagrado (sacramentum). Me subí a su auto y fuimos a su casa, directamente a la cama, aún tibia y con algunos vellitos rizados que delataban el intento de una paja.
Lo primero que hizo fue darme un beso muy húmedo, “¿Se la acabas de mamar a tu marido?”, preguntó después de haber navegado por mi paladar y el interior de mis mejillas. Yo asentí con un gesto de cabeza y una sonrisa.
Nos desnudamos y me colocó en la posición del 69 para lamer mi panocha y sus alrededores. Lo hizo tan rico, sobándome y magreando mis nalgas, picándome el culo con un dedo al tiempo que su lengua jugaba en el interior de mi raja, que tuve un orgasmo y él se atragantó con el flujo excesivo. Mi boca quería extraerle la leche, pero él se separó.
Nos acomodamos en posición de misionero, me penetró con cariño y, ...
... chupándome las tetas, se movió sobre mi cuerpo hasta que explotamos juntos. Descansamos poniéndonos de frente acostados y abrazados, tomando aire a bocanadas, pero con las miradas de uno sobre los ojos del otro y la sonrisa de mutua satisfacción. “El martes tendrás una sorpresa en esta misma cama”, dijo. Pregunté cuál sería y me contestó “Es una sorpresa, prepara el culo…”
Una vez cumplido el ritual amoroso en ese momento sacro, nos vestimos. Amador me dejó frente a la panadería y se despidió con una frase que me hizo comprender por qué no quiso venirse en mi boca, sino en la vagina: “Sabor con sabor se paga”. Compré el pan para el desayuno y fui a casa. En el momento que puse el agua para preparar el café, sentí un abrazo que me apretaba las chiches, y puntazos en las nalgas. “Ya fuiste a recibir la comunión, ahora te daré el vino sagrado”, dijo Ramón, mi marido, quien seguía encuerado, tal como lo dejé, y me llevó a la cama.
Me quitó la ropa, yo me quité el calzón para que no lo notara con la lefa de Amador que había escurrido. Me tumbó en la cama, nos acomodamos en 69 y comenzamos a lamer. “Te faltó otro poco de biberón, no te lo tomaste todo”, dijo antes de meterme la verga en la boca y chupamos con fervor. “¡Puta, qué rica sabes cuando estás cogida!”, exclamó cuando le saqué la leche y yo temí que hubiera reconocido en el atole con mis flujos, el sabor de un semen que no era el suyo. “Me has cogido desde el viernes, papacito, ¿cómo querías que estuviera? ¿Está rico ...