1. Venganza


    Fecha: 18/04/2024, Categorías: Infidelidad Autor: TuesdayScripter, Fuente: TodoRelatos

    ... hacia atrás y a punto de quitarle el sostén. Su actitud pasiva estaba poniéndome como una moto.
    
    Nunca imaginé decir esto, pero sus pezones eran idénticos a los de Eva y un poco de carne sobresalía de sus caderas. El tejido de flores de su sostén me puso tan caliente que omití quitárselo por completo. Se lo dejé a medias, y entonces fui por su falda. Le pedí que se levantara para bajarle la corredera y posteriormente quitarle las bragas. Tenía un culo suave, redondo y bien cuidado, y la vagina ligeramente peluda, como si no se hubiera depilado en la última semana.
    
    De un momento a otro, empecé a temblar ante su aliento y sus gemidos entrecortados. La tomé desde la cintura y le besé los labios. Su boca era un oasis de sabores, una mezcla de frutas exóticas. Sus labios delgados y su lengua me hicieron apretar el ajuste de mis manos en sus caderas y restregarme contra ella. Todo mi líquido preseminal se quedó esparcido en su abdomen, mientras intentaba dejarme llevar por el fuego y el poder que me otorgaba su boca.
    
    Al separarnos, un fino hilo de saliva unía nuestros labios, un último vestigio de nuestro apasionado beso.
    
    —Tienes que saber que nunca he estado con un hombre —habló, con una seguridad que me dejó helado por unos momentos—. Rompí mi himen antes, pero nunca he recibido un pene en mi interior.
    
    Traté de mantener la compostura, evitando mostrar sorpresa o escepticismo, por lo que me concentré en sus senos. No eran tan grandes como los de Eva, pero tenían un ...
    ... tamaño suficiente para cubrir mis manos. Eran blancos, suaves, con pezones ligeramente cafés y apenas perceptibles estrías. Besando su cuello, le pedí que se relajara.
    
    —Si sientes algún dolor tienes que decírmelo —exclamé, pasando mi glande por su humedecida entrada. Me vi obligado a escupir un poco sobre mi propia mano y mojar mi polla. Sentí que sus piernas temblaban ante mi toque, pero mi objetivo ya estaba preestablecido—. Qué guapa que eres…
    
    Levanté más sus piernas y metí mi polla lentamente en su coño obsceno. Sus vellos oscuros y su clítoris hinchado, acompañados con la forma en cómo su boca salivó, terminaron por enloquecerme. Al inicio sentí que su vagina no era capaz de recibirme, que se cerraba ante mí, pero pronto sus paredes se fueron extendiendo hasta poder introducirme por completo en ella. La escuché quejarse, pero no pude detenerme. Continué penetrándola hasta que sentí que su cuerpo y coño se relajaban.
    
    —Me siento… extraña —susurró ella, ahogando un gemido—. Es una sensación completamente nueva.
    
    Tomé sus tetas entre mis manos y empecé a bombear en su interior. Su incomodidad era evidente, así que preferí ser contundente con lo que deseaba:
    
    —Mastúrbate —mi voz apenas era eludible—. Mastúrbate mientras te penetro.
    
    Julieta se sometía a mis caprichos, pero un impulso desesperado me llevó a levantarla de nuevo, con la intención de arrojarla al suelo. Su espalda chocó contra la voluminosa alfombra, y una nube de polvo se arremolinó en torno a mis ...
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