Venganza
Fecha: 18/04/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: TuesdayScripter, Fuente: TodoRelatos
... qué te pasa? —indagué, extrañado—. ¿Quieres que te folle de nuevo?
Me dio la espalda y su trasero me sedujo. No era excesivamente grande, pero podía hundirme en su interior con una erótica facilidad. Me acerqué lo suficiente como para volver a restregarme a ella, y aunque sentí que intentaba apartarse, cuando la agarré de su abdomen, su cuerpo se convirtió en mantequilla entre mis brazos. Acomodé mi polla en su entrada, y estirando sus piernas, la hice apoyarse en la pared para volver a enterrársela. ¡Gracias al cielo me había recuperado rápido!
—Oh, Señor, n-no puedo soportar la sensación —me confesó, mientras yo sentía que una de sus manos viajaba a su clítoris—. M-me estoy enloqueciendo.
—¿Por qué te cohíbes de disfrutar esto? —lancé la pregunta, procurando mantener la compostura—. Estás soltera y yo también, ¿cuál es nuestro pecado? Después de esto le pediré el divorcio a la hija de puta de Eva.
—N-no, n-no, por favor, no digas eso…
Opté por el silencio. Su voz la delataba: era evidente empezaba a cargar sobre sus hombros la responsabilidad de mi ruptura con Eva. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al pensar en cómo decirle que no era así, que la ruptura era inevitable. Julieta podía ser fría y calculadora con sus negocios, pero desde que conocí a Eva me había dado cuenta de su excesivo sentimentalismo.
—¡M-me vengooo!
Su expresión me trajo de vuelta a la realidad. Me sentía un cabrón por seguir mecanizando mis movimientos, así que me aferré a ella con ...
... más fuerza y seguí golpeando su interior, hasta acariciar su cérvix. Julieta no dejaba de gemir y yo de aferrarme a su olor. La imagen de su moña luchando por mantenerse en su lugar encendió mi pasión, pero finalmente me rendí, soltando su cabello y dejando que sus rizos, suaves como la seda, cubrieran la mitad de su espalda.
—¡Oooh, Julieta, nena, me corro! —exclamé, instantes después. Su vagina apretándose y su aroma me llevaron al límite.
Luego de volver a llenarla, Julieta se separó de mí con frialdad. Recogió su ropa y se encerró en el baño de su oficina. No pude retenerla, razón por la cual simplemente procedí a hacer lo mismo, a vestirme con paciencia. Mientras lo hacía, eché un vistazo disimulado a la cámara que nos observaba desde la esquina.
—Vete Andrés, necesito terminar con esto —me dijo entonces, cerrando la puerta del baño tras de sí—. Pronto hablaremos con calma sobre lo que sucedió.
—Sí, y ahora me darás lo del coche y le dirás a mi mamá que solo estábamos viendo películas —contesté, mirándola fijamente a los ojos—. ¿Por qué eres así, tía? Acabamos de follar, somos dos adultos. ¿Qué demonios pasa con eso?
—Pasa que eres mi cuñado, Andrés —respondió ella, esquivando mi mirada—. ¿Podrías ser un poco sensato?
—¿Sabes cuál es tu problema, Julieta? Que pareces una muchachita, y por eso Eva te supera, ¿no crees? Es más avispada, roba y folla como un demonio. ¿Y tú qué? Te rompes el lomo en tu empresa mientras las personas construyen sus malditas ...