Kuky en el espejo
Fecha: 21/04/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Arantxa, Fuente: TodoRelatos
No logro recordar su nombre, porque han pasado más de 20 años, pero le decíamos Kuky.
Estábamos en esa edad en que todo en el sexo era un descubrimiento, y ella definitivamente tenía alma de exploradora.
Era amiga de mi primo, y el verano que pasé en casa de mis tíos llegó a ser mi novia, pero en esos tiempos las cosas eran muy distintas.
Kuky tenía una cara angelical, un cuerpo naturalmente bien formado y una desinhibición que nunca antes, y tampoco después, volví a ver.
Se desprendía del bañador cada vez que se metía en el río, con la excusa de que la corriente se lo podía sacar y no quería perderlo. Pero cuando salía del agua a tomar sol, tampoco lo usaba.
No podría decir que ella buscara tener sexo o que tuviese una actitud sexualizada, pero todo en ella invitaba a querer follarla: sus labios eran gruesos y en forma de corazón, sus hombros muy bien torneados, sus caderas abundantes, sus nalgas levantadas, sus pechos firmes y su cabellera era larga, espesa y salvaje.
Todos los amigos del grupo querían tener sexo con ella, pero ella no les paraba bola.
Yo no era un gran especímen, pero ser extranjero y estar de visita me jugaban a favor; a ella le gustaba mi acento y mi forma de cortejarla, casi tímida.
Ese verano en que fuimos novios, nos besamos, nos restregábamos uno contra otro, con y sin ropa, y nos descubrimos cada espacio del cuerpo, pero no llegamos a tener penetración de ningún tipo, porque Kuky estaba decidida a llegar virgen al ...
... matrimonio, o eso pensaba en ese verano al menos.
Cuando el verano terminó, yo y toda mi calentura regresamos a mi país y no volví a saber de ella hasta muchos años después, en que al entrar al lobby de un hotel me la encontré de frente. Kuky seguía igual de linda, pero era todo un mujerón.
El abrazo de alegría fue genuino, al igual que el despertar de mis deseos de tenerla.
En cinco minutos, que es lo que se demoró su taxi en llegar, resumimos todos los años sin vernos y quedamos para tomar una copa en el bar del hotel esa misma noche, porque ella partía temprano a la mañana siguiente.
Fui yo el primero en llegar al bar y me pedí un gin tonic, ella llegó minutos después, vestida con un elegante traje rojo de dos piezas, que dejaba ver por su escote el canalillo de sus preciosos pechos. Me abrazó efusiva, tomó un sorbo de mi copa y conversó conmigo como si nos hubiésemos visto el día anterior y no hace más de 10 años atrás. Cenamos entre risas, historias y roces no tan casuales, y, luego del postre, me dijo que tenía que subir a preparar su equipaje para el día siguiente.
No sé si era o no una invitación, pero tampoco dejé espacio para dudas cuando le dije que la ayudaba con eso mientras seguíamos conversando arriba.
Nada más entrar a la habitación, ella se descalzó, se desvistió y entró a la ducha sin ceremonias, mientras me seguía hablando igual que si estuviéramos aún en el bar. Era la misma Kuky del río, sin pudor ninguno y con un cuerpo de vicio.
Mientras se ...