El olor de sus calcetines sucios me hizo enamorarme
Fecha: 13/05/2024,
Categorías:
Gays
Autor: gaylover, Fuente: CuentoRelatos
Cuando llegué a mi nuevo trabajo, conocí a uno de mis colegas, bastante guapo, e inmediatamente congeniamos. A los dos o tres días de estar en la nueva oficina me di cuenta de que no sólo era hetero, sino que tenía esposa y un hijo. Sin embargo, eso no importó, pues nos llevábamos muy bien, salíamos por unas cervezas de vez en cuando, yo conocí a su familia y él conoció a un novio que tuve después. Se convirtió en una de esas amistades que son difíciles de encontrar.
Aproximadamente dos años después, él consiguió un trabajo diferente, en otra ciudad, por lo que se fue y no nos vimos por un tiempo, aunque seguíamos conversando muy seguido, casi todos los días. En una de esas pláticas nos dimos cuenta de que ambos íbamos a coincidir en un congreso, en una ciudad diferente; nos dio mucho gusto poder vernos nuevamente y, hablando sobre el tema de los gastos, decidimos compartir una habitación en el mismo hotel.
Cuando llegamos a esta ciudad, mi vuelo llegó cuatro horas más temprano, por lo que me dirigí al hotel, solicité la habitación y la recepcionista me preguntó si prefería una cama matrimonial o dos individuales. Hasta ese momento ni siquiera se me había pasado por la cabeza que podíamos dormir juntos, pues no veía en él algo más allá de la amistad; sin embargo, cuando me hicieron esa pregunta, el morbo me invadió y sin pensarlo pedí una cama matrimonial, pensando que a mi amigo simplemente le diría que no habían reservado la habitación correcta y esa era la única ...
... disponible. Al final esa mentira no fue necesaria, pues él no hizo ningún comentario al respecto.
Hacia el mediodía él llegó, salimos a comer, a ponernos al día y a conocer un poco la ciudad; luego volvimos al hotel, pues debíamos terminar algunos pendientes de nuestros respectivos trabajos. Cuando por la noche regresamos a la habitación, él dijo que se iba a bañar y se encerró en el baño. Al salir lo hizo en ropa interior, aún mojado por el baño. He visto a muchos amigos en bóxers o en otras prendas más provocadoras y no me generan excitación, por lo que no supe por qué después de algunos años de conocernos súbitamente lo empezaba a ver con una mirada de deseo. Disimuladamente me fijé en todo su cuerpo: medía alrededor de 1.75, un poco más alto que yo, de tez blanca, pero quemada por el sol, con su barba larga, pero bien alineada, unos tatuajes a color de símbolos extraños en los brazos, que resaltaban muy bien con su tono de piel, si bien su complexión era media, tenía una pancita prominente que le daba un raro toque sexy, además de un bulto que si bien no era exagerado, dejaba adivinar el contorno de su miembro y unos glúteos redondos que se marcaban por debajo de su brief negro.
De pronto me vi ahí, en la misma cama en la que él se iba a acostar, justo a mi lado, y mi mente se puso a volar... en cinco minutos me imaginé varios escenarios en los que no terminábamos cogiendo, pero sí teniendo intimidad. Me imaginé entonces que él me decía que había escuchado que los gays ...