-
La mansión de d. Pedro (2)
Fecha: 17/05/2024, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: amokhan, Fuente: CuentoRelatos
Son las 7:30. D. Pedro llama a la puerta de nuestra habitación. Katia y yo dormimos juntas en camastros separados y teniendo enfrente la puerta y, a un lado, el armario empotrado y cerrado con candado con herramientas que nuestro Amo usa para disciplinarnos cuando lo considera necesario. No hay más mobiliario. Desnudas como estamos no necesitamos nada más, según opina mi amo. D. Pedro se marcha a su carrera matutina y algunos ejercicios para tonificarse. Nosotras, rápidamente vamos a la cocina para preparar su desayuno y tenerlo todo listo a su regreso. Poco más de 1 hora. Entra sudoroso y se marcha al baño. Nos apresuramos a ir con él y lavarlo y secarlo tras la ducha. Le acompañamos al salón. El desayuno está listo. Se sienta cómodamente y desayuna despacio. Katia se introduce a 4 patas bajo la mesa y le como los huevos y la polla. Es su trabajo diario. Mi amo quiere su polla dura y empinada y Katia es la encargada de ponerla dura cuando d. Pedro se alimenta. Zas, zas. Dos hostias y Katia acelera la mamada rápidamente. Despierta coño!! Grita mi amo. Las dos recogemos la mesa y fregamos. D. Pedro llega a la cocina. Con camisa y pantalón ajustados y botas altas lleva una bolsa en la mano. Me la pone en los hombros. Katia se encarga hoy de la casa, Alina vendrá conmigo. Sin más, d. Pedro sale hacia el jardín trasero de la casa en dirección a la calesa. Trago saliva, aprieto los dientes pero le sigo. Al llegar a la calesa (un pequeño carro de madera y ...
... acero con dos salientes para tirar de ella) vuelco la bolsa en el lugar donde se subirá d. Pedro y me dispongo entre los dos salientes para coger fuertemente cada uno de ellos y ponerme firme, espalda recta y mirada al frente. Un par de azotes que dejan una fina marca roja en mi culo. Zas, zas. Respingo y con un grito ahogado de inmediato con los dientes apretados me pongo a trotar tirando de la calesa. D. Pedro tiene prisa, el kilómetro y medio que nos separa de la zona de entrenamiento es pedregoso y de altibajos que no ayudan a la estabilidad. El doloroso látigo sobre mi culo y espalda lo soluciona de inmediato. Llegó sudorosa y con el culo y espalda escocidas. D. Pedro se baja y tomo la bolsa para caminar hasta la puerta de entrada a la zona de entrenamiento. La pesada puerta es abierta con candado y nos introducimos en el espacio de las jaulas. 6 jaulas de hierro en hilera. Separadas unas de otras y un espacio vacío y sin ventanas. Hay un cierto olor acre y espeso. Las mujeres dentro de las celdas. Desnudas, rapadas y depiladas están de rodillas con las manos tomando los barrotes y la mirada al frente para observar la escena, tal y como el entrenador les tiene ordenado. En cuanto han oído la puerta abrirse se colocan en la posición rápidamente. No hacerlo a tiempo significa probar el látigo. Mi amo se queda en el centro frente a ellas un momento, luego se desnuda despacio mientras yo recojo su ropa y la cuelgo. Rauda, me pongo entre sus piernas y le hago ...