1. La mansión de d. Pedro (2)


    Fecha: 17/05/2024, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: amokhan, Fuente: CuentoRelatos

    ... una larga comida de huevos y polla delante de todas que deben estar mirando obligatoriamente.
    
    Son normas del amo. Me aparto y me coloco de rodillas tras él. Todas las hembras pueden observar a su entrenador desnudo y con la larga y dura polla empinada y el fino y largo látigo de doma en su mano derecha. Una visión que deja bien claro quien manda y qué les espera.
    
    D. Pedro abre una a una las 5 jaulas que están ocupadas. Una a una las hembras van saliendo a cuatro patas y son acariciadas en su culo. La jaca irlandesa, como gusta de llamar a una blanca y pecosa irlandesa de grandes tetas y buen culo es azotada por no salir de la celda a tiempo. Dos secos azotes marcan sus nalgas, da un respingo y aprieta los dientes mientras se apresura.
    
    El entrenamiento de posturas de sumisión comienza.
    
    Uno!! Grita mi amo y todas se apresuran a ponerse de rodillas, la espalda recta y las manos en la nuca con los brazos muy abiertos y separados.
    
    Suena el silbido del látigo corrigiendo posturas sin que se oiga un sólo quejido. Los cuerpos se retuercen y se acomodan a sus órdenes lo mejor que pueden.
    
    Tres!!! D. Pedro cambia a la siguiente postura sin descanso. Los cuerpos desnudos se ponen en cuatro, inclinan su cabeza hacia abajo hasta poner la mejilla en el frío suelo, suben el culo al máximo, abren las piernas ...
    ... y colocan los brazos hacia adelante, pegados al suelo. D. Pedro corrige sin miramiento azotando duro el culo y la entrepierna A algunas le tiemblan las piernas... Sólo 8 días de estancia... Es difícil hacerlo perfecto... No es problema de d. Pedro. Simplemente azota y espera respuesta. La semana anterior se explicó perfectamente. Esas son sus escuetas palabras mientras el látigo le ayuda a corregirles.
    
    5!!!, 7!!!, cuerpos desnudos sudorosos se amoldan a las 10 posiciones básicas que el entrenador les ordena.
    
    Miradas de súplica y lágrimas recorriendo las mejillas. Hay que aprender rápido. Cansadas y marcadas terminan el entrenamiento. Un chasquido del látigo en el aire y todas se colocan de rodillas con las manos a la espalda y la boca abierta delante de su jaula. Deben agradecer su entrenamiento con una buena mamada.
    
    Una a una lamen y comen huevos y polla y luego entran en la jaula. Allí quedan hasta que Katia y yo volvamos para repartir su escasa comida y el pequeño cuenco con agua.
    
    Una breve mirada antes de cerrar la puerta me deja ver los rostros llorosos y sometidos. No hay tiempo para pensar en ellas. Tomo la bolsa, me coloco de nuevo en la calesa y el seco azote en el culo me pone en marcha hacia la casa donde seguiré sirviendo a mi amo junto a Katia. Aprieto los dientes y tiro hacia adelante. 
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