1. Diario de un Consentidor 183 Los ausentes


    Fecha: 31/05/2024, Categorías: Intercambios Autor: Mario, Fuente: TodoRelatos

    ... recoges.» (1)
    
    —Eso es. Quedamos en la cafetería debajo del apartamento, tuve que armarme de valor para acercarme, te parecerá ridículo. Estuvimos charlando un buen rato, la invité a subir, había mandado reformar el piso. Le gustó, dijo que ya no parecía un picadero, era la broma de siempre y dio pie a preguntar por las chicas. Cuando estuvo alojada intuyó lo que pasaba y acabé por contárselo. Ese día hablamos a fondo sobre ellas y su trabajo, la noté extraña.
    
    —¿Qué tenía de particular?
    
    —Su insistencia en conocer detalles, preguntas retóricas sobre lo que podían sentir al cobrar por sus servicios, algo irrelevante porque, en la mayoría de los casos, las chicas no les cobran a mis clientes, faltaría más.
    
    «Qué sentirán esas chicas? —murmuré; buscaba mis bragas, debían de estar por algún lado, tal vez debajo de la colcha.
    
    —¿Qué quieres decir?
    
    Le ofrecí la espalda para que enganchara el cierre del sujetador, un pequeño detalle que le complacía.
    
    —No puedo imaginarme qué sienten cuando, después de tratarlas tan bien, abres la cartera, sacas unos billetes y les dices… ¿qué les dices? ¿o les pagas antes, cuando llegan?
    
    Tomás reaccionó de una manera que me hizo pensar si acaso habría dicho alguna banalidad; su sonrisa, acompañada de una expresión condescendiente, casi paternalista, enfatizó la diferencia generacional que nos separaba.
    
    —Las cosas no son así. Son mis amigas, casi todas, no es tan frío como lo planteas. Has idealizado su vida; trabajan para ...
    ... asegurar su subsistencia. Cobrar por tener sexo, no es un juego, Carmen, el acto de recibir dinero a cambio de acostarse con alguien no les produce ningún morbo, yo trato de que sea lo menos humillante posible, es lo único que puedo hacer, por eso resulta tan chocante que conviertas ese intercambio en algo especial.» (2)
    
    —¿Le preguntaste el porqué de tanto interés?
    
    —No quise violentarla, se comportó de un modo inusual, desde luego. De pronto decidió marcharse, en la misma puerta fingió haberse olvidado la cartera en casa y me pidió veladamente dinero para llenar el depósito. La había visto llegar en taxi, entendí lo que pretendía y le ofrecí más de lo necesario.
    
    «Seguía escuchando sus consejos envuelta por el fervor de la alumna, consciente de que la admiración había abierto hueco al deseo y el deseo enlazaba con el enigma no resuelto: ¿Qué sienten esas chicas cuando cobran por su servicio? Atendía sus palabras sin embargo mi cabeza tendía otra trama; Mario pagó sí, pero Mario era Mario; Solo Borja me llevó al borde del precipicio a punto de lanzarme al vacío hasta hacerme sentir el ahogo del vértigo. Le seguía atendiendo, no perdía detalle de sus palabras al tiempo que el deseo crecía y una idea descabellada se abría paso, una locura que traté de sofocar sin éxito.
    
    Un atisbo de cordura me advirtió de que debía salir de allí.
    
    —Bueno, es la hora, debo irme.
    
    Se levantó sorprendido por mi abrupta interrupción, parecía intimidado, cosa rara en él; había algo en el ...
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