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Como conocí a mi remordimiento (IV)
Fecha: 13/07/2024, Categorías: Infidelidad Autor: vivipaz, Fuente: CuentoRelatos
Hace unos días me despedí recordando aquel momento de sublime éxtasis. Sí, todo muy bonito. Como una película, de adultos, claro está, pero una en la que las marcas de la pasión dejan huellas bastante evidentes. La boca me sabía a semen. La sentía algo pastosa. En la zona de la barbilla se empezaban a secar los rastros que habían dejado mi saliva mezclada con sus fluidos al escapar de mi boca. Me palpitaba el coño. Suena feo así decirlo, pero a veces una debe ser un poco explícita para describir ciertas situaciones. Sentía aún el calor del roce de su mano hurgando en mi vulva, los pezones resentidos de haberlos pellizcado tal vez demasiado y, sobre todo, sentía el inconfundible olor de la reciente corrida, aún fresca en mi memoria y aún palpable en el ambiente. Se me pasó por la cabeza la idea de que nunca se me quitaría ese olor y que mi marido acabaría por darse cuenta. Recordé que guardaba toallitas húmedas en la guantera del coche y tomé unas cuantas para limpiarme la cara. Mientras lo hacía me di cuenta de que Marcos aún mantenía sus pantalones bajados hasta medio muslo. Acostumbrada ya a otro tipo de situaciones post coitales me sorprendió que aún conservara una erección bastante aceptable. Cogí una toallita más y se la coloqué directamente sobre la polla. Se la hubiese podido dar y que él mismo se secase, pero me apetecía hacerlo yo y sentirla de nuevo. La acaricié suavemente mientras la limpiaba. Me di cuenta de que la estaba mirando extasiada y al girar la ...
... vista observé que él se había dado cuenta de ello y parecía encantado hasta el punto que poco a poco parecía estar recuperando la erección por completo. Tuve que decirle que parase, y ambos reímos. Terminamos de adecentarnos un poco y salimos del parking. Le dejé en su casa y me ofreció subir. Era tentador, sí, pero si me daba prisa aún podría llegar a casa antes que mi marido, y necesitaba tiempo para meterme en la ducha y arrancarme todos los recuerdos de aquella tarde. Le sonreí y le dije que otro día... y nos despedimos. En casa, tras una larga ducha y toneladas de jabón conseguí sacarme de la cabeza que aún se me podía notar que se habían corrido en mi boca. Mientras me duchaba hubiese detenido el tiempo para seguir disfrutando del recuerdo mientras el agua templada recorría todas mis curvas. Me dio tiempo de secarme, ponerme una camiseta desgastada por el uso y un pantalón corto, meter la ropa en la lavadora en un programa corto y sentarme en el sofá con una revista que no tenía intención de leer y que abriría tan pronto le escuchase llegar. Estaba muy nerviosa lo reconozco. Cuando llegó y se acercó al sofá a saludarme me encontró leyendo distraídamente una revista de decoración. Me incorporé y descubrí que los nervios me habían erizado los pezones hasta el punto de marcarse como si quisiesen traspasar la tela que los cubría. Nos besamos con la acostumbrada ligereza y al separarse se detuvo y me miró a los ojos. Por un momento se me heló la sangre y ese ...