El excéntrico millonario y la belleza perdida
Fecha: 21/03/2018,
Categorías:
Dominación
Hetero
Autor: Madame R., Fuente: CuentoRelatos
Era una noche de miércoles cuando Lilia terminó resoplando al igual que la cajuela de su coche, de donde sobresalía una señal de humo que indicaba problemas. Miró su reloj notando que casi daban las ocho y se abrigo pobremente los hombros con la bufanda que llevaba anudada al cuello. Tenía frío, el ambiente estaba cubierto por una espesa neblina y, para rematar, su celular no tenía señal. Estaba cruzando una zona boscosa de las tantas que recorría en sus viajes, no debía faltar mucho para llegar a la ciudad, pero no pensaba caminar sola a esa hora para llegar a ella, era demasiado peligroso. La única opción era caminar hasta la mansión que quedaba en la punta de la montaña. Lilia había escuchado infinidad de veces rumores sobre el hombre que la habitaba, y no era extraño que existieran. Cuando un tipo con dinero decide vivir en un sitio relativamente aislado es claro que trata de esconder algo, sean excentricidades inofensivas o no tan inofensivas. Se mordió uno de sus labios pintado de un suave color rosa y finalmente emprendió su camino. Entre caminar hasta la ciudad, quedarse o pedir ayuda en la mansión la última era lo que se escuchaba menos peligroso. Durante el trayecto pidió en voz baja para que, por favor, los rumores fueran a fin de cuentas eso, y al llegar se encontrara simplemente con un viejo huraño que le prestaría un teléfono de mala gana para luego dejarla ir con vida y en una pieza. Junto a sus palabras sus pasos se fueron volviendo cada vez más rápidos, pues ...
... el frío hacía estragos en su cuerpo y la noche le parecía escalofriante, en especial rodeada de la visión boscosa, entre la cual le daba la impresión que pronto aparecería una figura escalofriante. Por dicha había elegido llevar zapatos de tacón bajo a la fiesta a la cual había asistido y pudo llegar sin mayor problema frente a la fachada del lugar. Primero que todo, dio un vistazo rápido para supervisar que todo estuviera en orden. Había dos guardias custodiando el portón principal, los cuales conversaban con calma. De seguro no solían tener mucho trabajo. Lilia respiró profundo y se acercó con el paso más confiado que pudo fingir. Los guardias tardaron bastante en darse cuenta de su presencia, y Lilia pensó que el miedo que tenía la gente a lo desconocido era mejor seguridad que ese par de hombres flojos. ―Buenas noches ―se apresuró a decir cuando tuvo los dos pares de ojos sobre ella, para dejar en claro que no planeaba pasar desapercibida―. Me preguntaba si podían prestarme un teléfono. Los dos hombres dejaron sus gestos sonrientes para demostrar la mayor seriedad posible. Y a pesar de que los había visto antes tan despreocupados el cambio la hizo sentir temerosa. Más porque los ojos de los guardias, que tendrían unos casi cuarenta años, subieron y bajaron por su cuerpo, sin siquiera disimularlo. Lilia se cubrió con la bufanda por instinto y esperó a que la revisión terminara. Llevaba un vestido negro que le llegaba casi a las rodillas y la parte superior hasta su cuello, ...