Como conocí a mi remordimiento (II)
Fecha: 29/08/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: vivipaz, Fuente: CuentoRelatos
Si llegas hasta aquí tras leer la primera parte de esta confesión, compartiré contigo, anónima/o lector/a, la pequeña gran transformación que ha sufrido mi vida de unos pocos meses hasta ahora.
Te dejé a punto de darme una ducha, que se me antojó en aquel entonces purificadora, como buscando limpiar mi conciencia a base de jabón con aroma a coco.
Aún sentía un calor agradable en el interior de mi sexo mientras me terminaba de secar, muy despacio, con una toalla que suavemente acariciaba mi piel, mis curvas, mis pensamientos, paso previo a aplicarme una loción corporal a base de aceites aromáticos. Cara, sí, pero a mi entender viendo los resultados, dinero bien empleado.
Desde el baño le escuché llegar (a mi marido) y esperé unos segundos esperando que llegase hasta el dormitorio. Salí desnuda, fingiendo sorprenderme al verle allí, buscando su mirada, esperando una reacción por su parte. Se acercó y me besó, si es que a juntar levemente los labios se le puede llamar beso. Me miró algo extrañado, no era la reacción que esperaba, pero me comentó que olía muy bien, otro punto a favor de aquellos aceites esenciales.
Dudé unos segundos si era conveniente precipitar un acercamiento o si por el contrario era buen momento para evaluar el estado de pasión en el que se encontraba nuestro matrimonio. El resultado no pudo ser más frustrante. Encontré más pasión en los inmóviles cojines que adornaban la cama. Recordaba cuando me sorprendía mientras me vestía, abrazándome por ...
... detrás, separando el cabello y besándome en la nuca, tomando mis pechos entre sus manos, empujándome con su cintura hacia las puertas del armario hasta que sentía su miembro crecer entre mis nalgas, cuando me daba la vuelta, se agachaba y hundía su cabeza entre mis piernas, separando mis muslos, ofreciéndome la calidez de su aliento abrazando mi sexo, sacando a pasear una lengua golosa que ansiaba recorrer el interior de mis labios hasta encontrar ese pequeño gran tesoro que yo le escondía. Eran otros tiempos. No esperaba lo mismo, claro, pero sí que esperaba algo. Sería que aquella noche yo me encontraba agitada. Caliente, por qué no decirlo, y esperaba algo de él. Lo que fuese. Me hubiera conformado con que me mirase con deseo. Las noches de sexo divertido, con los años, se habían convertido en monótonas. Habían pasado de ser frecuentes a ser puntuales y, casi sin darnos cuenta, a ser anecdóticas.
Mi marido no fue mi primer hombre, pero casi, así que mi experiencia sexual no fue muy variada. No fue por falta de oportunidades, eso lo admito, sino por priorizar otros objetivos en esa vida que trataba de abrirse camino en los estudios y que soñaba con cosas que desgraciadamente casi nunca se cumplieron.
Mi primer contacto con el sexo masculino lo podría catalogar como de voyerismo. Estando en casa de una amiga nos atrevimos a espiar a su hermano a través de la cerradura de la puerta del baño. Éramos 3 o 4 chicas, muy inocentes eso sí, y cuando llegó mi turno me encontré a ...