Como conocí a mi remordimiento (II)
Fecha: 29/08/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: vivipaz, Fuente: CuentoRelatos
... un chico de unos 20 años saliendo de la ducha, con una mata enorme de pelo oscuro y mojado entre las piernas y un pene que brotaba de aquella selva salvaje y caía flácido, balanceándose al son de sus movimientos mientras salía de la bañera.
No encontré nada interesante en aquella visión salvo que se quedó grabada en mi mente como la primera polla que observé en vivo.
Tuve que esperar unos años después para volver a ver otro. Fue en una fiesta en una residencia universitaria. Del chico, ni me acuerdo bien de su cara y mucho menos de su nombre porque nos habíamos conocido aquel día, pero le recuerdo por otra razón.
Habíamos salido por unas escaleras de emergencia donde no había nadie y llevábamos un buen rato besándonos como si no hubiese otra cosa que hacer en la vida, como si fuesen los últimos besos antes de un apocalipsis. Nos tragábamos nuestra saliva mientras las lenguas se golpeaban como anguilas metidas en un cubo y los labios nos ardían de tanto roce. Llevábamos así ni me acuerdo cuanto cuando sentí que sus manos comenzaban a ascender desde mi cintura hasta mis pechos. Sentí un calor ascendiendo en mi interior y esperé a que aquellas manos torpes hicieran cumbre y, sin embargo, aquel momento no llegaba.
Decidí ayudarle y tomando su mano la introduje bajo mi blusa, desplacé hacia arriba el sujetador y dejé que sus dedos hiciesen un mapa de mis tetas, que sintiesen mis pezones erguidos y duros, que los apretase. Le sentí acelerarse y las embestidas de su ...
... lengua contra la mía se hicieron aún más violentas. Se pegó aún más a mi y sentí la firmeza de su entrepierna haciéndose un hueco a la altura de mi bajo vientre, y mientras sus manos amasaban mis pechos como si fuesen a hacer pan con ellos, mi mano se deslizó desde el costado hasta el botón que cerraba sus vaqueros y con algo de suerte y unos dedos hábiles los conseguí desabrochar a la primera, sin despegar nuestras bocas que ya nos chorreaban por la comisura de los labios.
Suspiró en una especie de sordo gemido ahogado en el mar que formaban nuestros besos y bajé mi mano introduciéndola bajo su ropa interior a sabiendas de lo que allí encontraría, palpando a ciegas un pene que debía llevar erecto un buen rato. Mis dedos se cerraron sobre aquella masa caliente y palpitante, dura, y me pareció que era enorme. Con la otra mano tiré de su ropa interior hacia abajo e instintivamente me separé de él para ver qué habían pescado aquellas manos vírgenes. Era un pene enorme. Largo y curvado hacia arriba, como haciendo un pequeño arco. Estaba caliente y duro. Entre las sombras de aquel rincón en el que nos habíamos situado acerté a ver su glande, rosado e hinchado.
Vista con perspectiva, diría que ha sido la polla más grande que he tenido entre mis manos. Bajo su mirada extasiada usé mi otra mano para ayudarme a masajearle mientras pensaba que aquello no iba a caber en mi rosada rajita, primeriza, y aunque no tenía intención de follar aquella noche, por un instante sentí ganas de que ...